jueves, 27 de junio de 2013

COMENTARIO A LA PELÍCULA 1984.


ORWELL Y ARENDT: EL PENSAMIENTO ÚNICO FRENTE A LA EDUCACIÓN PARA LA VIDA ACTIVA

Por Adrián Torres Marcano
Colectivo Pedagogía de la Insurgencia

George Orwell, es el seudónimo de Erick Blair, escritor de 1984, novela que inspirada la película que se incorpora a nuestra reflexión pedagógica, a partir, de las claves interpretativas, otorgadas por la filosofía de Hanna Arendt. Por tal razón, se persigue esbozar un marco de criterios, que  contribuyan a la comprensión de la necesidad en nuestra actualidad, de una praxis educativa, para la vida activa a modo de proyecto político de emancipación humana. 


Antes de seguir, conviene destacar, algunos aspectos sobre la figura del escritor George Orwell. Respecto a su vida literaria y política, se han hecho las opiniones más disímiles. Sus seguidores, enfatizan el compromiso político y sensibilidad social expresados en sus escritos y en la militancia política de izquierda. Orwell, participó como miliciano en 1936 en la guerra civil española formando parte del Partido obrero de unificación marxista (POUM), cuestionó al comunismo ortodoxo de la URSS de Stalin, por considerarlo equiparable al nazismo. De igual forma, no diferenciaba el capitalismo del fascismo y del estalinismo, tanto el comunismo estalinista como el fascismo lo identifico con el totalitarismo. Al respecto, Fernando Galván (1984) sostiene:

A George Orwell lo definen muchos críticos entusiastas como un hombre honrado, sincero, luchador incansable en pro de los desposeídos y de las clases oprimidas. (…) Es la honradez típicamente orwelliana lo que le impide la asociación a cualquier dogmatismo, o a cualquier interés que no sirva a la verdad. Orwell está en todo momento en una continua revisión de sus planteamientos, para no verse atrapado en sus propias ideas, que podrían llevarlo a caer en el engaño e impedirle el acceso a la verdad. Más que un hombre de pensamiento es, sobre todo, un hombre de acción. Nunca se conforma con pensar y decir, sino que su profundo sentido de la responsabilidad humana, lo lleva a hacer. (pp. 51-52)

En cambio, sus detractores, lo consideran como un férreo individualista, destacan una personalidad contradictoria en donde se conjugan, posturas racistas, homofóbica y antisemitas. Asimismo, lo acusan de delatar, hacia el final de su vida (1949), a escritores comunistas ante las oficinas del servicio británico de inteligencia. Para Corbière (2002), Orwell es considerado como un escéptico quien abordó la realidad de su época de forma maniquea sin comprensión de las contradicciones sociales y políticas del momento. De esta forma, lo enrola en las filas de cierto anarquismo de afinidad trotskista por su participación en el POUM durante la guerra civil española, lo cataloga de antisemita encubierto y, acusa de no tener una metodología adecuada, para el análisis de la realidad social que guiara su imaginación. 
A grandes rasgos, estos son algunos de los aspectos que giran en torno a la vida social y política de Erikc Blair, escritor de Rebelión en la granja, Homenaje a Cataluña, 1984, entre otras obras. Más allá de las disputas entre apologistas y adversarios, lo cual representan una confrontación ideológica y política, en un momento histórico preciso, interesa tomar los planteamientos, que para nuestra actualidad, otorgan claves de interpretación pedagógica, aunados a los aportes de Hanna Arendt y el quehacer educativo que inserte a lo humano como problema político de formación emancipadora en la contemporaneidad. 

La película 1984, realizada justamente en esa fecha, fue dirigida por Michel Radford y protagonizada por John Hurt (Winston), Suzanna Hamilton (Julia) y Richard Burton (O´Brien). Es una película de ficción, en la que se presenta un modelo distopico de sociedad. A diferencia de las utopias que construyen un futuro feliz de la humanidad, en la distopía, se describe una sociedad opresiva y cerrada sobre sí misma, en la que destaca el carácter autoritario del gobierno, aunque ante la población se presente como una utopía. A juicio de Santiago (1980), en el prologo de 1984, afirma que:

la utopia es el mejor de los mundos, la libertad definitiva y absoluta, el sueño de todo ciudadano hecho realidad. La distopía es el peor de los mundos, la sumisión definitiva y absoluta, el sueño de todo gobernante hecho realidad, y será tanto más efectiva cuanto mayor grado de satisfacción produzca en el ciudadano.
Las distopias presentan un cuadro dramático y pesimista en relación a lo humano. Se coloca en tela de juicio el papel de las bajas pasiones, acentúa la instrumentalización de la vida en función de un interés ajeno a la población y se reduce a los hombres y mujeres a súbditos o esclavos voluntarios.  

En 1984, en tanto distopía, se plantea en su argumento de partida una contundente crítica al modelo estalinista de gobierno, el cual Orwell, identifica con el totalitarismo. De igual forma, lo hace con el nazismo y el fascismo. En esta sociedad no existe privacidad. Hay una política dictatorial caracterizada por la violencia, el ejercicio del poder y el control social sobre la vida desde el aparato administrativo del Estado y del partido, representado por el Gran Hermano, una entidad impersonal que nadie conoce, pero que tiene presencia permanente en la vida social y política de los habitantes de Oceanía, de allí la frase, El Gran hermano está viendo y los eslóganes del partido: 

La guerra es la paz
La libertad es esclavitud
La ignorancia es fuerza

Asimismo se promueve del embrutecimiento de las masas fomentando la ignorancia, con lo cual se busca la anulación de todo pensamiento crítico, mediante la imposición del pensamiento único, el cual, es sostenido por el uso de complejos mecanismos de manipulación mental de las masas, entre ellos la construcción de la neolengua, con lo cual se garantiza la imposibilidad de todo proceso de reflexión crítica que pueda evidenciar las inconsistencias de la clase dirigente. 

Estas formas de sumisión al Gran Hermano se amalgaman a los siguientes aspectos presentes en la película: 

1.    falseamiento de la realidad, el ministerio de la verdad, lugar donde Winston, el protagonista, trabaja, encargado de manipular la opinión pública y la historia según las necesidades del Gran Hermano, haciendo de sus adversarios no personas; 
2.    abstinencia sexual mediante la prohibición del amor y la exaltación del odio, el ministerio del amor, es el encargado de controlar la vida afectiva mediante la coerción física y mental sobre la población;
3.    y el odio hasta el dolor,  el ministerio de la paz, es el encargado de movilizar tropas, promover la guerra permanente y garantizar el odio de la población contra los enemigos de Oceanía, los cuales cambian según la necesidad del Gran Hermano y el partido. 

Ante esta situación, el problema de la deshumanización de la vida, la negación de la subjetividad, la criminalización de la creatividad y de la experiencia de la vida afectiva son las preocupaciones planteadas en la película. Por lo que, se afirma, que en 1984, se traza un sistema que promueve en la población una permanente preparación para la muerte, una sociedad profundamente alienada, en donde la individualidad se diluye, imposibilitando todo pensar critico que impele a los hombres y mujeres a la acción transformadora de una realidad impuesta y aceptada por la manipulación, el temor y la ignorancia de un aparato o un dios mortal llamado el Gran Hermano, un Leviatán moderno. 

La preocupación que en 1984 se expone se conecta de forma indiscutible con los planteamientos realizados desde la filosofía por Hannah Arendt (1994), escritora de Los orígenes del totalitarismo. Arendt (2005), desde una cierta concepción liberal, cuestiona toda forma de organización social y relaciones de vida que anule a los hombres y mujeres como sujetos activos. Es decir, que sus relaciones estén mediadas por el pensar y el actuar, creando sentido en la vida política desde la construcción de lo común sin aniquilar las diferencias, lo cual presupone la existencia del conflicto al interior de las relaciones humanas.
En la sociedad de masas se trastoca la relación entre la esfera privada y la esfera pública,  lo cual tiene que ver con el conformismo inherente a la sociedad, que es posible, ya que la conducta ha reemplazado a la acción. Afirma Arendt (ob.cit):

…de que los hombres se comportan y no actúan con respecto a los demás, yace en la raíz de la moderna ciencia económica, cuyo nacimiento coincidió con el auge de la sociedad y que, junto con su principal instrumento técnico, la estadística, se convirtió en la Ciencia social por excelencia. La economía sólo pudo adquirir carácter científico cuando los hombres se convirtieron seres sociales y unánimemente siguieron ciertos modelos de conducta, de tal modo que quienes no observan las normas podían ser considerados como asociales o anormales (pp. 52-53).
En la sociedad de control la intencionalidad de que todo proceso educativo; formal o informal se encuadra como practica de adiestramiento conductual de los hombres y mujeres, que persigue adecuarlos a estas relaciones que la sociedad exige, para mantener la situación hegemónica desde el conformismo social, traducido en expresión política en el gobierno de los administradores, a saber, de los burócratas, y su expresión práctica, la burocratización de la vida.
Para el gobierno de los burócratas, tanto del Estado como del mercado, su interés estriba en que se garantice la uniformidad del pensamiento, la estandarización de las conductas y la trivialización de la participación en los asuntos públicos del ciudadano común. Promueve la desvalorización de todo ejercicio del pensamiento y la acción que cuestione ese orden de cosas incluyendo los marcos culturales y las formas de relaciones materiales. Exaltan el poder de los instrumentos técnicos y cuestionan toda expresión crítica de la subjetividad haciéndola fútil o estéril para la vida.

Esta situación deviene en normalidad y obviedad. Se establece como única realidad que es consentida culturalmente. La “verdad”, se reduce a representaciones universales y trascendentes construidas por estos mecanismos culturales hegemónicos, cuya finalidad es la mercantilización del conocimiento y el sometimiento de la vida mediante su negación, a través de escatologías teológicas o seculares cientificistas. Es el reino del espectáculo y la inversión de la vida. 

En la actualidad, pensar el proceso educativo en clave crítica, exige considerar la situación en la que nos encontramos, en el que la guerra, el armamentismo, la contaminación ambiental, el individualismo, la explotación de hombres, mujeres y niños, el patriarcado, etc., son situaciones trivializadas por la cultura hegemónica y expuesta en su dimensión espectacular por un sistema global de carácter totalitario, que vende una utopía de libertad, cuando en realidad hace a los hombres y mujeres, cosas de transacción mercantil, según los interés del mercado o del Estado. Lo anterior expresa la irracionalidad en la cual se sustenta la dominación cultural neoliberal, la implantación de un pensamiento único que ampara los intereses de quienes ejercen el poder e impide toda ruptura con esa forma de dominio material e intelectual. 

La construcción de una vida activa hace una apuesta a lo humano. Aspecto que Arendt (2003) destaca en su filosofía, al exaltar, el compromiso con el proceso educativo, como un acto amoroso y en plena identificación con el impulso de una vida en libertad común desde el mundo. Afirmando el papel de la crítica a todo lo existente sin rehuir el conflicto con los poderes dominantes. Impulsando la superación de la vida contemplativa por una vida activa. Lo que presupone liberación de la obediencia ciega al dogmatismo y el poder despótico que hace que los hombres, como señala,  Spinoza (1986), “luchen por su esclavitud, como si se tratase de su libertad”. De allí que, como sostiene Zuleta, E (2006), la educación como formación es un proceso en  libertad que se identifica con responsabilidad. No es recepción de órdenes o una mecánica de ejecución de consignas. Implica una consciente realización de directivas sugeridas, las cuales actúa como guía teórica-metodológica, con el fin de que el estudiante adquiera conciencia de lo que recibe del exterior y lo transforma en su actividad. Haciendo de la educación un ámbito de acción y no de labor o trabajo, es decir, de mera reproducción automática para garantizar la vida orgánica o de una práctica reproductora del hacer, pero incapaz de impulsar procesos que articulen el pensamiento y la acción orientados a la transformación humanizadora de la vida. 

El educador orienta la formación de una concepción del mundo superior que afirme la capacidad de creación intelectual y práctica en la formación donde lo razonable, lo sensible y la cotidianidad se relacionan. Desde donde se revisa el maco de certezas, tanto científicas como las del sentido común. Se atiende a las problemáticas planteadas por los y las estudiantes desde su cotidianidad y experiencias de vida con el propósito de promover la comprensión y la re-significación desde la revisión crítica, tanto de los saberes populares como de las certezas científicas

En este marco la participación activa del estudiante en la formación tiene sentido en tanto la educación está ligada a la vida. Relación entre educando-mundo y naturaleza-sociedad. Desde donde se afirma del poder creativo de los docentes y estudiantes, es decir, obtener una conciencia crítica del mundo en el que se incorpore elementos históricos,  filosóficos, éticos y estéticos que impulse la construcción de unas relaciones humanas, entre hombres y mujeres. Por lo que el papel del docente es asumido como una guía amistosa en el proceso de educativo. Se toma distancia de las perspectivas autoritarias de la educación que trasladan la relación padres-hijos/as a los espacios educativos en general. Dicho traslado promueve un proceso de castración y dependencia de los educandos al educador que niega su potencia subjetiva tanto intelectual como creativa.  Legitimando modelos autoritarios en las relaciones educativas expresadas en las formas de organización política y sociales.  

Por ello, tanto Orwell como Arendt, cada uno desde sus contextos políticos-culturales y lecturas, se plantea a modo de problema lo humano, ante un latente proceso avizorado de deshumanización expresado en la aceptación acrítica de una política sobre la vida caracterizada por la burocratización de la existencia humana, la violencia en todos los órdenes del vivir, el control social de todas las relaciones incluyendo las afectivas, la manipulación de la realidad mediante su falseamiento, la jerarquía verticalista y el ejercicio político del poder autoritario haciendo de los ciudadanos súbditos voluntarios sumergidos en la vida contemplativa de la moderna sociedad de masas. Así es como, se plantean la afirmación de la vida política, como alternativa ante una política sobre la vida, eje de las preocupaciones de las perspectivas críticas, que desde el siglo XX y en los inicios del Siglo XXI insisten en interrogar a la realidad que se impone. Ante estas inquietudes cabe asentir, tomando las palabras de Winston, protagonista de 1984, lo importante es seguir siendo humano

BIBLIOGRAFÍA
Arendt, H. (2003). La crisis de la educación. En: Entre pasado y el futuro. Ochos ejercicios sobre la reflexión política. Barcelona, Ediciones Península.
Arendt, H. (2005). La condición humana. Barcelona: Paidós,
Arendt, H. (1994). Los orígenes del totalitarismo. Buenos Aires. Planeta-Agostini.
Bárcena, F, (2006). Hanna Arendt: Una filosofía de la natalidad. Barcelona: Herder.
Baruch, S. (1986). Tratado Teológico-Político. Madrid, Editorial Alianza.
Corbière, E. (2002). George Orwell no escribió, en realidad, “1984”. [Publicación en línea] Disponible en: http://w1.875.telia.com/~u87515926/perfil22.htm [Consulta: 2013, 13 de junio].
Debord, G. (1967). La sociedad del espectáculo, [Publicación en línea] Disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/Societe.pdf [Consulta: 2013, 18 de mayo].
Galván, J. (1984). George Orwell y España. Tenerife: Colección textos y prácticas docentes, Secretariado de Publicaciones, Universidad de la Laguna.
Marcuse, H. (1968). El hombre unidimensional,  México DF, Editorial Joaquín Mortiz.
Orwell, G (1980) 1984. Salvat Editores S.A. Ediciones electrónicas de Utopía.
Zuleta, Eduardo J. (2006). Teoría socialista de la educación. En: Las notas y apuntes de Antonio Gramsci, Mérida, ULA-Consejo de Publicaciones.

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