miércoles, 23 de julio de 2014

La universidad pública bajo una nueva perspectiva*


Marilena Chaui*
Universidad de São Paulo, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas

I.

La universidad es una institución social y como tal expresa de manera determinada la estructura y el modo de funcionamiento de la sociedad como un todo. Tanto es así que vemos dentro de la institución universitaria presencia de opiniones, actitudes y proyectos conflictivos que expresan divisiones y contradicciones de la sociedad. Esta relación interna o expresiva entre la universidad y la sociedad es lo que explica, por cierto, el hecho de que, desde su creación, la universidad pública siempre ha sido una institución social, esto es, una acción social, una práctica social basada en el reconocimiento público de su legitimidad y sus funciones, un principio de diferenciación, que le confiere autonomía ante otras instituciones sociales, y estructurada  por ordenamientos, reglas, normas y valores de reconocimiento y legitimidad interna a ella. La legitimidad de la universidad moderna se fundó en la conquista de la idea de autonomía de los conocimientos respecto de la religión y el Estado, por tanto, en la idea de un conocimiento guiado por su propia lógica, por sus necesidades inmanente, tanto desde el punto de vista de su invención o descubrimiento como de su transmisión. En otras palabras, sobre todo después de la Revolución Francesa, la universidad se concibe como una institución republicana y por lo tanto, pública y laica. A partir de las revoluciones sociales del siglo XX y con las luchas sociales y políticas desencadenadas desde, la educación y la cultura llegó a ser concebida como constitutivas de la ciudadanía y, por tanto, como derechos de los ciudadanos, por lo que, además de la vocación republicana, la universidad llegó a ser una institución social inseparable de la idea de la democracia y de democratización del saber: sea para realizar esa idea, sea para oponerse a ella, en el transitar del siglo XX, la institución universitaria no podía escapar de la referencia a la democracia como una idea reguladora. Por otra parte, la contradicción entre el ideal democrático de igualdad y la realidad social de la división y la lucha de clases obligó a la universidad a tomar posición ante el ideal socialista.

jueves, 10 de julio de 2014

Anarquismo y socialismo libertario I por Nelson Guzmán

Web

Ángel Cappelletti, pensador anarquista:

Ángel Cappelletti fue un pensador profundamente preocupado por definir las bases constitutivas de la libertad del hombre, siguiendo a Bakunin había encontrado como enseñanza, en su praxis social, que la instrucción requería de condiciones favorables para que ésta se impartiera. La libertad del individuo le corresponde al mismo hombre forjarla, no es el Estado el que debe regir la vida de los pueblos. La pedagogía anarquista sueña con un hombre emancipado, no se loa al Estado y a la moral como intolerancia. El autoritarismo pervierte el alma de los hombres, la severidad castra la inteligencia. Bakunin forma su modelo de sociedad rechazando las bases del autoritarismo que las clases dominantes habían impuesto sobre el alma humana. La escuela anarquista tiende a pensar como lo decía Ángel Cappelletti en el desarrollo de una escuela pública donde se prescinda de los exámenes, de las evaluaciones, de los premios. Muy por el contrario, los estudiantes deben ser formados en los principios de la solidaridad y del socialismo. La competencia sería el fomento de un medio inadecuado que envilece el alma y vuelve individualistas a los educandos. Lo importante del socialismo anarquista es que es antiestatal, se funda en la idea de amor al otro, se enarbola la libertad como bien único.