martes, 10 de abril de 2012

Marx y la dialéctica idealista

Ernst Bloch @ David Levine
Ernst Bloch
Cuando el estudiante Marx llegó a Berlín, en 1836, hacía cinco años que Hegel había muerto. Pero su espíritu seguía dominando a todos como si se en contrase a sus espaldas; hasta a los enemigos les trazaba elcamino. El joven Marx escribe a su padre una carta en la que le dice que sesiente cada vez más encadenado a Hegel, a pesar de su «grotesca melodía pétrea».

Bajo la influencia de la izquierda hegeliana y, más tarde, sobre todo, de Feuerbach, Marx fue desplazándose, triunfalmente, del espíritual hombre. Pasó de la idea a la necesidad y a sus avatares sociales, de los movimientos de la cabeza a los de la realidad nacidos de los intereses económicos.

Ahora bien, si Marx de este modo puso a Hegel de pie, Hegel por su parte demostró que sus pies podían sustentar un recio cuerpo. Hay unas palabras poco cuidadas del gran espiritualista que parecen escritas no ya por el maestro del joven Marx, sino incluso por el del Marx materialista. En 1807[i] escribía Hegel desde Bamberg, donde trabajaba como redactor de un periódico, a su amigo de Jena, el mayor Knebel:«Me he convencido por experiencia de la verdad de lo que dice la Biblia y he hecho de ello mi estrella polar: buscad, ante todo, la comida y el vestido, y el reino de Dios os será dado por añadidura.» (Werke, t. XVII, pp. 629 s.)

Esta sentencia tiene en la Biblia (Mat., 6, 33), como es sabido, el tenor contrario; es una aportación más, comprobada también en el joven Marx, a la teoría de que la idea hegeliana no siempre necesita volverse del revés para dejar ver la tela roja de que está formada[1]. Y justamente este volverse del revés, rasgo capital del hegelianismo, había llegado ya, en el propio maestro, a su vencimiento, y estaba listo para realizarse. Indudablemente, era a la idea a la que Hegel confiaba la tarea de hacer llegar lo que sólo adviene por los cuerpos  y por los hombres, pero llegó a menudo a no confiar a la idea más tarea que lade ser el reflejo de lo que acontece en las relaciones concretas de la existencia presente. Esta constante legalidad dialéctica la salvaron Marx yEngels, como escribe este último en el prólogo del Anti-Dühring,«haciéndola pasar a la concepción histórico-materialista de la naturaleza y dela historia». Una vez hecha concreta, la dialéctica guía todos los análisis deMarx; como irrupción de lo nuevo a través de la apariencia y como suspensiónconservante de lo que debe ser mantenido en suspensión[ii], la dialéctica justifica todas las esperanzasde Marx. Es ella la que le mueve a ver en el proletariado, no sólo la negacióndel hombre, sino precisamente por ello, por esta deshumanización llevada alextremo, la condición determinante de una «negación de la negación».

Lo que termina con Marx es la dialéctica hegelianaconsiderada como el parlamento y la réplica de un diálogo cósmico; pero ladialéctica como proceso real es ahora precisamente cuando se pone demanifiesto. Lo que termina con Marx es el arqueólogo hegeliano, es el espíritudoblemente espiritualizado como recuerdo, que canceló en el cortejo dialécticode los espíritus, no ya los espíritus mismos, sino el cortejo, el proceso o,como diría Marx, el espacio y el tiempo de la producción. Pero ahora es cuandose destaca visiblemente el todo real y su substrato realmente omnipotente encalidad de materia dialéctica que se mantiene abierta como proceso.

Esta materia despoja a la dialéctica hegeliana de todo loque tiene de fantasmal y la hace oscilar de un lado para el otro, pero noreduce solamente a recuerdo el nuevo punto de apoyo. Esta materia noreduce la esencia que sirve de fundamento a lo que ha sido, ni tampoco a unasustancia existente desde el primer momento y que, por decirlo así, se extiendepor todas partes, lista y terminada. La materia dialéctica no es tampoco, porello, en modo alguno, la materia inmutable del materialismo mecánico. Eladjetivo «dialéctica» es algo más que un simple adorno que apenas le roce lapiel. La materia dialéctica no mira en su totalidad hacia los horizontes delpasado, como el espíritu hegeliano del recuerdo y como la materia mecánicadesde Demócrito, sino que mira a los horizontes del porvenir. Laborando haciaél, hacia ese porvenir que va implícito en ella misma y que aún no se harevelado, no sólo como fenómeno, sino como esencia, ve el materialismodialéctico a la materia.

Marx hace a Hegel este reproche: «En la filosofía hegelianade la historia, como en su filosofía de la naturaleza, el hijo da a luz a lamadre, el espíritu engendra la naturaleza, la religión cristiana produce elpaganismo, el resultado crea el comienzo.» Pero en el materialismo mecánico elcomienzo no engendra ni siquiera un resultado. Su materia es estéril,infecunda; en cambio, la materia dialéctica encierra toda la vida del procesoen sí, fuera de sí y para sí, señalado por Hegel. Su reconocimiento hadestronado al logos de Hegel, con toda su domeñada inquietud y suinquieta rigidez; pero, en cambio, ha recogido la herencia de su reinohistórico. Con todas sus diversidades, cualidades y lo que ya no es,evidentemente, algo histórico, sino lo decisivo del porvenir, la referencia auna totalidad futura y a fondo.

Tal es el cambio (cualitativo) de Hegel a Marx y susconsecuencias: el cortejo de los espíritus se convierte en el proceso terrenaly el contenido fijo del recuerdo en un fondo inagotable de materia dialéctica.No fue, pues, la mera coincidencia de que Marx fuese discípulo de Hegel, sinola lógica misma de la cosa, lo que hizo que se mantuviesen a la orden del día,en el marxismo, tantos términos tomados del lenguaje filosófico hegeliano(tales como «enajenación», «exteriorización», «cambio de la cantidad encalidad», etc.).

Las obras más vivas, para los marxistas, entre las de Hegel,son, por la dialéctica, la Fenomenología y la Lógica.[2] Pero ellas no agotan la herencia, puestoque precisamente las obras sistemáticas consagradas a la filosofía de lo realcontienen una riqueza dialéctica siempre nueva, de contenido muy diverso.Engels escribió su Dialéctica de la naturaleza siguiendo las huellasde Hegel, y Marx tomó de la Filosofía del derecho hegeliana lafundamental distinción entre «sociedad civil» y «Estado» y muchas cosas más queafectan al contenido y que no se refieren solamente a lo «metodológico». La Estética deHegel está construida en gran parte sobre la base de las relaciones sociales yordenada según esas relaciones, con una perspectiva que, aun significandosiempre el «ideal», no deja de ser concreta; allí donde lo ideológicointerviene en la cultura, Marx se refiere a los conceptos hegelianosconcernientes al arte. Lenin pensó en todas esas referencias cuando definió ladoctrina de Marx «como la continuación directa e inmediata de ladoctrina de los grandes representantes de la filosofía, de la economía políticay del socialismo» (Tres fuentes y tres partes constituyentes del marxismo, Obras,t. XVI, p. 349). Muchas partes de la obra hegeliana -la que menos se dejaolvidar a este respecto es la filosofía de la religión (izquierda hegeliana,Feuerbach)- pertenecen por lo tanto a la historia de la mediación del marxismo,de ese marxismo que, según ya sabemos, no está cerrado. Así, pues, incluso entanto que «continuación», el marxismo es y permanece como una realidad nueva enrelación no solamente con Hegel, sino con toda la filosofía anterior a él; unarealidad nueva porque aquí la filosofía no aparece ya -cosa que ocurría hastaentonces- como la de una sociedad de clases, sino como la de la superación (Aufhebung)de una sociedad de clases. Esta novedad no ha surgido, sin embargo, por unabrupto milagro, muy al contrario: sin la filosofía clásica alemana, sin estamediación, ella no estaría ahí.

El hombre, dice Marx, se distingue del topo en que, antes deconstruir, levanta los planos. Para poder actuar con éxito tiene,evidentemente, que pensar la cosa, tenerla en la cabeza antes de ejecutarla.Pero no, como con tanta frecuencia lo hace Hegel, acercándose a las cosas conun concepto o un movimiento esquemático de conceptos llevados a ellas desdefuera. El conocimiento no emerge de las honduras del propio ánimo ni es elespectador de sí mismo: es, pura y simplemente, el reflejo de los fenómenos dela realidad y de sus modalidades de existencia relativamente permanentes(categorías). Marx, al igual que Hegel, no reconoce los hechos como tales, sinosolamente como momentos de procesos. Y esta nota procesal hace que cadaconocimiento tenga su tiempo, que la filosofía, como Hegel dice, sea,realmente, «su tiempo captado en pensamientos» (y no sólo el suyo, sino tambiénel que le sigue y en que aquél se transforma ya).

En este punto, Marx recoge íntegramente el pensamiento deHegel, agudizándolo de un modo característico y alejándose del plan de lasimple contemplación: «No basta que el pensamiento pugne por abrirse paso en larealidad; es necesario que la realidad misma se esfuerce por abrirse paso en elpensamiento.» El sujeto pensante, en esta interacción dialéctica, se hallareferido a la coyuntura o madurez histórica del objeto que se trata decomprender. De este modo se distingue totalmente entre el sujeto como exponentede la simple contemplación pensante y el sujeto de la historia real. En Hegelcoincidían ambos de un modo tan completo como aquí se distinguen: el sujetocreador de pensamientos era también el sujeto creador de historia, menos en elcaso del sujeto contemplador, el de la filosofía, que llega demasiado tarde.Pero también esta conciencia a posteriori del filósofo, a la queHegel reduce el sujeto del pensar, es, en el fondo, el sujeto creador dehistoria, sólo que post festum, descansando sobre sus laureles. El pensary el ser, la cara y la cruz, coinciden en la moneda cósmica de Hegel, auncuando la cara en estado de jubilación se limite a registrar la marcha delmundo que ella es.

Marx, en cambio, no ve en el sujeto creador de pensamientoabsolutamente nada, como no sea un nido de chifladuras, de falsa conciencia, deconsideraciones al margen de lo real, que es el proceso de producción. O bienvalora el mismo pensamiento cuando se trate de un pensamiento detrás del cualhaya un conocimiento concreto, un vehículo del acaecer real, como factor de laproducción: sólo entonces, y entonces de un modo incondicional, es estepensamiento fuente de historia. El pensamiento como conciencia de clase, comociencia revolucionaria, convertido en una poderosa fuerza de producción, formaparte del sujeto creador de historia, de la historiaconscientemente hecha.

Pero, en Marx, el sujeto fundamental no es nunca elespíritu, sino el hombre social en la vida económica. Y tampoco es el hombreabstracto, el hombre como simple ser genérico, el hombre de Feuerbach, sino elhombre como conjunto de las relaciones sociales, el hombre como ser sujeto acambios históricos, como un ser que, en última instancia, aún no se haencontrado a sí mismo ni se ha emancipado.

De este modo, la relación dialéctica entre sujeto y objeto,en la que el uno corrige y hace cambiar continuamente al otro, labora,esencialmente, en la infraestructura económico-técnica de la historia, quehasta aquí es lo mismo que el edificio, en el reino social de los intereses yno en el reino celestial de las ideas. Marx interpreta en este sentido la Fenomenología deHegel, como si realmente su autor, en contra de su propio idealismo, hubiesemantenido esta dialéctica material. Lo grande de la Fenomenología, asíentendida, está, de una parte, en que «Hegel concibe la creación del hombre porsí mismo como un proceso», y, de otra parte, y sobre todo, en que «capta laesencia del trabajo y concibe al hombre objetivo, al hombre verdadero, por serel real, como el resultado de su propio trabajo».

Así es como la creación por sí mismo del saber absoluto seconvierte en la creación del hombre por sí mismo a través del trabajo; eldevenir para sí del Espíritu (que también en Hegel es una faena dura, no sesabe por qué) se convierte en la historia real. Esta historia existe únicamentecomo una historia dialéctico-material, como una historia agitada toda ella porlas luchas de clases, al final de la cual aparece como meta la «emancipacióndel hombre».

Hegel había puesto fin a su Historia de la filosofía conuna cita de Virgilio ligeramente modificada: Tantae moles eras se ipsamcognoscere mentem (tanto trabajo costó el que el espíritu llegara aconocerse a sí mismo). Para Marx, este esfuerzo no fue nunca puramenteespiritual. Y aunque, al igual que Hegel, tomara como tema de la historiahumana la antigua inscripción grabada en el templo de Delfos: «Conócete a timismo», distaba mucho de definir el conocimiento de sí mismo, coincidiendo conla izquierda hegeliana, como la simple «filosofía de la autoconciencia». Elconocimiento de sí mismo, en Marx, pasa a ser algo activo, es el conocimientoque el obrero adquiere de sí mismo al comprenderse como hombre convertido enmercancía y, al mismo tiempo, como un sujeto creador de valores, lo que superarevolucionariamente su carácter de mercancía. Tal es la práctica de lainscripción délfica en Marx: una supresión de la enajenación, supresiónefectiva que desemboca en la praxis. En una praxis que hace penetrar tanprofundamente como le es posible, en el aparente decreto del azar y en eldestino que la reificación ha tornado opaco, el proceso de producción y lasrelaciones humanas que ese proceso pone en marcha.

La dialéctica, así concebida, tiene que resignarse a noseguir siendo el procedimiento con que se abordan desde fuera las cosas. Enrealidad, tampoco ésta había sido la intención de Hegel, tampoco éste gustabade una metodología separada de la materia, tampoco él profesaba, como hemosvisto, una teoría del conocimiento que diese vueltas por fuera alrededor de lascosas. No obstante, Hegel desarrolla su dialéctica como una dialéctica puramenteidealista, la cual, aunque habla mucho del país y de las gentes, habla de ellosiempre como contando lo que ha visto en un viaje apriorístico.

Para Marx, en cambio, la dialéctica no es nunca un métodoempleado para elaborar la historia, sino que es la historia misma. La burguesíadentro de la sociedad feudal, el proletariado dentro de la sociedad burguesa,las crisis nacidas del contraste entre el régimen de producción de la granindustria, que es ya un régimen de producción colectivo, y las relaciones deproducción del capitalismo privado: todas estas contradicciones, surgidas en elseno de la sociedad existente en un momento dado, no son contradicciones que setransporten a la cosa misma de un modo teórico-metodológico, ni son tampocosimples fenómenos superficiales susceptibles de ser remendados, sino que formanparte, como Marx enseña, del modo de existir de la cosa, de la dialéctica de suesencia. La contradicción de una sociedad, cuando se ve llevada al extremo,empuja en la realidad hacia su superación, no en un libro sobre la realidad,para dar satisfacción al espíritu y dejar que en la realidad misma sigan lascosas como hasta allí. No; las cosas, en la realidad, nunca siguen siendo lasmismas, pues la fuerza creadora del conocimiento dialéctico revolucionario haceque marchen siempre hacia algo nuevo y mejor, y esto es posible graciasprecisamente a la dialéctica real de la materia misma, a este sustrato en elque, por lo demás, no queda nunca piedra sobre piedra y en el que, ciertamente,sólo por medio del hombre de acción conocedor, como última forma de la materia,es posible construir con las piedras movedizas una casa y una patria, es decir,lo que los antiguos utopistas llamaban elregnum hominis, el mundo para loshombres.

Pues bien, para poder mover así el mundo, como fragmento deluniverso y en él, la dialéctica tiene que ser, para Marx, lo que en efecto es: historia.Todas las categorías y todas las «esferas» (el derecho, el arte, la ciencia)funcionan únicamente, en una realidad que se desplaza históricamente, comoformas de la existencia actual que, lejos de formar un sistema cerrado quepermanezca igual a sí mismo, varían de una sociedad a otra; sobre todo, noexiste para estas «esferas» (para la supraestructura cultural) ninguna clase deautarquía, que Hegel sí les reconoce.

Marx afirma también la existencia de un medio históricounitario (de una esencia mediadora) en lo que se refiere a la naturaleza: «Sólouna ciencia conocemos, la ciencia de la historia. La historia puede enfocarsedesde dos puntos de vista, el de la historia de la naturaleza y el de lahistoria de los hombres. Sin embargo, se trata de dos aspectos inseparables;mientras existan hombres se condicionarán mutuamente la historia de lanaturaleza y la historia de los hombres.» (La Ideología Alemana, 1846.)

Pero lo fundamental, lo que aparece constantemente reiteradoen toda esta dialéctica hegeliana puesta de pie: no debe permanecer jamás enuna actitud puramente contemplativa. El sujeto de esta relación sujeto-objetodel materialismo panhistórico aparece determinado como un sujeto activo,realmente creador. Y este rasgo anticontemplativo de Marx se dirige siempretanto contra el materialismo a la antigua usanza como contra Hegel. Ya en sutesis doctoral, Marx echaba de menos en Demócrito, el primer gran materialista,el «principio energético»; y, consecuente con ello, reprochaba a Feuerbach elque también su materialismo fuese puramente contemplativo, demasiadoobjetivista. De tal modo que, aquí, la realidad, mucho más que en Hegel, «seconcibe solamente bajo la forma del objeto o de la intuición, pero no comoactividad humana sensible, como práctica, no de un modo subjetivo» (Tesis sobreFeuerbach, 1845.)

Nos encontraríamos así, en Hegel, con que «el lado activo,por oposición al materialismo, es desarrollado por el idealismo, pero sólo deun modo abstracto, ya que el idealismo, como es natural, no conoce, como tal,la actividad real, sensible». Por consiguiente, Marx no cree, en últimainstancia, que Hegel dé totalmente de lado a lo «existencial» o «intensivo»,como creían los antihegelianos Kierkegaard y Schelling, mirando la cosa através de su idealismo «positivo». Marx acentúa siempre en la dialécticahegeliana la relación existente sujeto-objeto y nos enseña que el sujeto,que en Hegel no faltaba, por muy abstracto que fuese, es un poder material.Marx muestra que la vida humana es lo único existente en el conjunto derelaciones sociales condicionantes, pero no deja de presentar al hombre, con sutrabajo, como instaurador y modificador de esas relaciones. Y en el lugar de laconfusión mecánica de un mundo en el que absolutamente nada tiene sentidoaparte de una necesidad externa, Marx conserva la tradición viva, transmitidapor Hegel, de un humanismo del desarrollo que viene de Leibniz. Todo eluniverso es aquí un sistema abierto de luces que se cruzan dialécticamentemediante un trabajo de interacción. Su ápice es la humanidad ya objetivamenteno alienada entre objetos que ya no son alienados. Tal es la vida de Hegel enMarx; un tipo de sociedad distinto de aquel en que Hegel desarrolló su obra depensamiento es el que hoy reivindica la herencia de la filosofía clásicaalemana.

Textos
** «Los filósofos no hanhecho más que interpretar el mundo de diversos modos; de lo que se trata es detransformarlo.» (Tesis sobre Feuerbach, 1845.)
«Los viejos hegelianoslo habían comprendido todo desde el momento en que lo reducían a una de lascategorías lógicas de Hegel. Los neohegelianos lo criticaban todo sin más quedeslizar en ello estas o las otras representaciones religiosas, o de declararlocomo téblógico. Los neohegelianos coinciden con los viejos hegelianos en la feen el imperio de la religión, de los conceptos, de lo universal, en el mundoexistente. Lo que ocurre es que los unos combaten este imperio como unausurpación, mientras que los otros lo aclaman como legítimo.
** Una vez que lospensamientos imperantes se separan de los individuos imperantes y, sobre todo,de las relaciones nacidas de una determinada fase de las condiciones deproducción, llegando por este camino al resultado de que en la historiagobiernan siempre los pensamientos, es muy fácil abstraer de estos diversospensamientos el pensamiento, la idea, etc., como lo que domina en la historia,concibiendo así todos estos diversos pensamientos y conceptos como"autodeterminaciones" del concepto que en la historia se desarrolla.Esto es lo que hace la filosofía especulativa.» (Ideología alemana,Introducción, 1845-1846.)
** «¿Cree la críticacrítica haber llegado ni siquiera al comienzo del conocimiento de la realidadhistórica, mientras excluya del movimiento histórico el comportamiento teóricoy práctico del hombre ante la naturaleza, las ciencias naturales y laindustria? ¿O cree haber conocido ya, en realidad, un período cualquiera, sinhaber conocido, por ejemplo, la industria de este período, el régimen inmediatode producción de la vida misma? Claro está que la crítica espiritualista,teológica, la crítica crítica, sólo conoce -por lo menos, en su imaginación-las grandes acciones políticas, literarias y teológicas de la historia. Delmismo modo que separa el pensamiento de los sentidos, el alma del cuerpo, quese separa a sí misma del mundo, separa la historia de las ciencias naturales yde la industria, y no ve la cuna de la historia en la burda producción materialde la tierra, sino en las vaporosas nubes del cielo.» (La Sagrada Familia,1844-1845.)
** «Hegel se queda dosveces a mitad de camino: una vez, cuando presenta la filosofía como laexistencia del espíritu absoluto, pero negándose, al mismo tiempo, a presentaral individuo filosófico real como el espíritu absoluto; otra vez, cuando sólocomo espectáculo deja que el espíritu absoluto haga historia. En efecto, comoel espíritu absoluto sólo post festum llega a cobrar conciencia como espíritucreador del mundo en los filósofos, su fabricación de la historia sólo existeen la conciencia, en la opinión y en la representación del filósofo, en laimaginación especulativa.» (Ibídem.)
** «Lo grande de laFenomenología de Hegel y de su resultado final -la dialéctica, la negatividad,como el principio motor y creador- consiste, de una parte, en que Hegel concibela creación del hombre por sí mismo como un proceso, la objetivación comoenfrentamiento, como enajenación y como superación de esta enajenación; esdecir, en que capta la esencia del trabajo y comprende al hombre objetivo, alhombre verdadero, real, como resultado de su propio trabajo.» (Manuscritoseconómico-filosóficos, 1844.)
** «Me declaréabiertamente discípulo de aquel gran pensador, llegando incluso a coquetear, devez en cuando, en el capítulo consagrado a la teoría del valor, con su lenguajepeculiar. El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel unamistificación, no obsta para que este filósofo fuese el primero que supoexponer de un modo amplio y consciente sus modalidades generales. Lo que ocurrees que en él la dialéctica aparece invertida. No hay más que volverla delrevés, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional.
La dialécticamistificada estaba de moda en Alemania, porque parecía transfigurar loexistente. Reducida a su forma racional, es el escándalo y el azote de laburguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia yexplicación positiva de lo que existe abriga a la par la inteligencia de sunegación, de su muerte forzosa; porque enfoca toda forma actual en plenomovimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero, sin dejarseasustar por nada, crítica y revolucionaria por esencia.» (El capital,postfacio a la 2a ed., 1873.)
** «El mismo espíritu queconstruye los ferrocarriles con las manos de los obreros es el que construyelos sistemas filosóficos en el cerebro de los filósofos. La filosofía no vivefuera del mundo, como el cerebro no vive fuera del hombre por el mero hecho deque no tenga su sede en el estómago; es cierto que la filosofía asoma al mundocon el cerebro antes de pisar con los pies en la tierra, mientras que muchasotras esferas humanas pisan con los pies en la tierra y arrancan con las manoslos frutos del mundo, mucho antes de que puedan siquiera sospechar que tambiénla cabeza es de este mundo o que este mundo es el mundo de la cabeza.» (Gacetadel Rin, 14 julio 1842.)
** «Así como la filosofíaencuentra en el proletariado sus armas materiales, el proletariado encuentra enla filosofía sus armas espirituales, y tan pronto como el rayo del pensamientoprenda a fondo en este candoroso suelo popular, se realizará la emancipación delos alemanes como hombres. La filosofía no puede realizarse sin la superacióndel proletariado; el proletariado, a su vez, no puede superarse sin larealización de la filosofía.» (Contribución a la crítica de la Filosofíadel Derecho de Hegel, 1844.)
Notas

 i. El 30 de agosto (Correspondencia, I, p.186).

ii. Aquí se traduce “Aufhebung” por“suspensión”, dado que el propio autor está jugando con la diversidad desentidos del término alemán. (Nota de la edición digital.)

1. Así lo veíamos a propósito de laantropologización feuerbachiana de la religión, y así se confirmó, también,sobre todo, en el punto fundamental de la filosofía de Hegel, en la teoría delcambio cualitativo. Tampoco esta teoría es construida por Marx «trayéndola dela Luna», por la sencilla razón de que ya en Hegel no moraba en la Lunaúnicamente, ni eso, siquiera, era una herejía que flotase en el aire como unfantasma. Además de ello, la dialéctica hegeliana reflejaba los procesos másreales, traducía en la superficie, entre las premisas y la conclusión, lo mismoque de un modo real ocurría por debajo de ella entre los hombres en lasrelaciones concretas de la existencia.Esta última vitalidad la toma Marx deHegel, y con ella adquiere seriedad la ramificadísima meditación. Es la verdadque Marx dijo una vez que no había hecho sino «coquetear» con la manerapeculiar de expresarse de Hegel; pero esta actitud, no muy comprometedora, serefiere solamente, expressis verbis, al modo (le expresarse y no, como losrevisionistas se empeñan en entender, falseando a Marx, a la dialéctica misma,que Marx hizo suya ya para siempre y a lo largo de toda su obra. La dialécticaguía todos sus análisis e ilustra, como el gusano en la manzana, pero tambiéncomo la mariposa en el capullo, todas sus esperanzas. Es ella la que lepermite, a diferencia de los anteriores utopistas, de los utopistas abstractos,ver en la miseria, además de la miseria, el punto en que ésta hace crisis y secambia en rebeldía.

2. Algunos, como Georg Lukács, llegan inclusoa limitar la herencia de Hegel al método por el que luchó, entendiendo que «elcuerpo muerto del sistema escrito» sólo tiene interés, hoy, como «botín defilólogos y fabricantes de sistemas» (Geschichte und Klassenbewusstsein, 1923,p. 31). Pero no perdamos de vista esto: Engels escribió una dialéctica de lanaturaleza siguiendo las huellas de Hegel, y Marx tomó de la filosofíahegeliana del derecho la fundamental distinción entre «Estado» y «sociedadcivil», y muchas cosas más que afectan al contenido y que no se refierensolamente a lo «metodológico». Todo Hegel forma parte de la historia de lasideas del marxismo -que, como es sabido, no forma una unidad cerrada-, aunquehay que reconocer que ha sido el método dialéctico lo que más a fondo influyóen él.
http://www.marxists.org/espanol/bloch/1949/a.htm
Omar Montilla - Choroní, Edo. Aragua, VENEZUELA omar1montilla@gmail.com

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