El escritor presenta en Madrid su libro Los hijos de los días, publicado por Siglo XXI
- La plaza pertenece a todos, pero los altavoces están en poquitas manos, dice a La Jornada.
- Cuando alguna gitana quiere leerme el porvenir, le pago para que no cometa esa crueldad.
- Cuando alguna gitana quiere leerme el porvenir, le pago para que no cometa esa crueldad.
Ericka Montaño Garfias, periódico La Jornada
El
escritor Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) nació bajo el signo de
Virgo; por tanto, soy un perfeccionista insoportable. Por eso su nuevo
libro Los hijos de los días tuvo 11 versiones antes de ser publicado por
Siglo XXI Editores.
Lanzado
el pasado abril, el volumen agota su primera edición. Se presentó en
Uruguay, Argentina y ahora en España. Se prevé que a finales de este año
el autor de Las venas abiertas de América Latina regrese a México con
esas 366 historias bajo el brazo.
Galeano
se ha convertido en el guardián de esas pequeñas historias que
conforman la Historia. Vivimos presos de una cultura universal que
confunde la grandeza con lo grandote. Yo creo, o más bien dicho yo sé,
por experiencia, que la grandeza alienta, escondida, en las cosas
chiquitas, las pequeñas historias de la vida cotidiana que van formando
el colorido mosaico de la historia grande. No es fácil escuchar esos
susurros cuando malvivimos la vida convertida en espectáculo estrepitoso
y gigantesco, responde aLa Jornada en entrevista por correo
electrónico.
Tiraje de 13 mil ejemplares
Los
hijos de los días, cuyo tiraje fue de 13 mil ejemplares, está escrito
en forma de calendario, un contador de días bisiesto (como fue este
2012), y cada página es una pequeña historia de muchos temas: la mujer,
el poder, los mayas, las culturas originarias, el hombre, el poder, la
legalización de las drogas (del cual se ha manifestado en favor en
varias ocasiones), México, la lucha contra las drogas que, como escribió
en la entrada del 27 de octubre,está convirtiendo a México en un
enloquecido matadero.
Obviamente,
dice, “hay que legalizar (las drogas). No se legalizan porque son el
negocio más lucrativo del mundo, y en el mundo, tal cual es, lo que es
rentable es bueno. Las prohibiciones funcionan al revés: regalan
publicidad gratuita a lo que prohíben. La ley seca hizo multimillonario a
Al Capone”.
Es un
volumen que no cabe en ninguno de los géneros y, sin embargo, es todos:
periodismo, literatura, música, poesía. El libro en forma de calendario
ofrece una estructura tentadora, pero también opresora. Este libro me
costó mucho más trabajo que los anteriores, justamente porque tenía
menos libertad para articular las historias en función de su ritmo
narrativo: el almanaque mandaba, y yo no tenía más remedio que obedecer,
pero me las arreglaba para que, por debajo de las palabras, los ríos
subterráneos condujeran los ritmos. Y al cabo de más de cuatro años de
trabajo, trabajo de noches y días, creo que fui logrando que esos ríos
fluyeran con bastante libertad.
Los
hijos de los días se inspira en una versión del Génesis que escuché,
hace añares, en una comunidad maya de Guatemala, y que ahora abre el
libro tal como la guardó mi memoria. Eso condujo a todo lo demás: si
somos hijos de los días, nada tiene de raro que cada día contenga una
historia para ofrecer. Porque nosotros, sus hijos, los humanitos,
estamos hechos de átomos, pero también estamos hechos de historias. Y
las historias fueron apareciendo, a medida que el libro se echaba a
andar, como los días.
El
placer que existe detrás de buscar y encontrar estas historias es
descubrir lo que no ha sido contado, o ha sido mentido por las voces del
poder: esas contravoces que el poder oculta porque no le conviene que
se sepan.
Los temas que
desgrana a lo largo de estas páginas, ninguno de los cuales le resultó
incómodo y en cambio los vivió como un nuevo desafío, son todos aquellos
que han sido ignorados o traicionados. Me da placer ayudar, aunque sea
un poquito, a que no sean invisibles quienes merecen ser vistos, y a que
sean escuchados quienes de veras tienen algo que decir. En esto yo no
coincido con mis hermanos de la teología de la liberación, cuando dicen
que quieren ser la voz de quienes no tienen voz. Todos tenemos voz,
todos tenemos algo que decir que merece ser escuchado, quizá celebrado o
por lo menos perdonado. El problema está en que la plaza pertenece a
todos, pero los parlantes están en poquitas manos.
Ya
no sabemos si se puede seguir hablando de vencedores y vencidos. La
razón: Estamos viviendo cambios a ritmo de vértigo, en un mundo que nace
de nuevo cada día. Y lo mejor que tiene está en su capacidad de
sorpresa. Yo no sé, y no quiero saber, lo que me espera a la vuelta de
cada esquina y al principio de cada día. No quiero saberlo, porque es lo
inesperado lo que da gustito a la vida. Cuando alguna gitana se me
acerca para leerme el porvenir, yo le pago para que no cometa esa
crueldad.
–Este es un libro que duele.
–Sí,
el libro duele. Pero no solamente duele. También da de reír, ¿no? Al
menos, eso sentí al escribirlo. Y ojalá transmita esperanza, si ella
brota solita, sin que el autor le dé la orden. Yo no creo en los
optimistas full time. Yo soy optimista y pesimista, según la hora del
día, y a veces ambas cosas a la vez. Volviendo a los mayas, los
optimistas a tiempo completo me parecen sospechosos: me resultan
demasiado parecidos a los hombres de madera que los dioses mayas crearon
por error: no tenían desaliento, pero tampoco tenían aliento.
Los
hijos de los días se publica cuatro años después de Espejos: una
historia casi universal, y después de 11 versiones, porque nací bajo el
signo de Virgo, y por tanto soy un perfeccionista insoportable, y
también porque mi lectora más entrañable, Helena Villagra, es también la
más implacable. Y ella me fue obligando a cortar y a rescribir y a
rescribir nuevamente, hasta que por fin me dio luz verde. Como decimos
los machos rioplatenses: en mi casa, obedezco yo.
–¿Qué sigue?
–¿Ahora?
No sé. Estoy recién parido, me siento vacío. Eso se llama puerperio,
¿no? La verdad es que da algo de angustia. Tú, que eres mujer, ¿podrías
darme ánimo y decirme qué otros hijos llegarán? Te lo agradeceré.
(Los hijos de los días será presentado este jueves en la Casa de América, en la capital española.)
Tomado de: http://vamosacambiarelmundo.org
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