Por Ivan Carvajal
Revista Enfoques (Abril, 2012) Universidad Central del Ecuador
La
posición de Bolívar Echeverría (Riobamba, 1941- México D.F., 2010) con
relación a la filosofía y las ciencias sociales se define, a lo largo de
su obra, en torno a lo que él denomina discurso crítico. En la
conferencia pronunciada en la UNAM el 13 de abril de 2010, pocos días
antes de su muerte, el propio Echeverría insistía sobre esta cuestión
decisiva en su pensamiento y con la coherencia ética que le caracterizó.
En esa ocasión, había sido invitado como Profesor Emérito de la UNAM, a
pronunciarse sobre lo que hoy podía entenderse por filosofía y sobre
las tareas de la filosofía, y también a contestar algunas preguntas
acerca de su relación personal con la filosofía. Dice Echeverría en un
pasaje de su conferencia:
“Hoy se requiere recuperar
esa capacidad del discurso crítico de Marx, de borrar estos
compartimentos tan usados por el positivismo para separar la filosofía,
la economía, la antropología, etcétera. Estos compartimentos son
artificiales y obstaculizan hablar de la cosa misma porque están
recortando un objeto y separándolo de otro o construyendo forzadamente
otros objetos a partir de uno que es el mismo. De ahí que surgiera esta
Babel que han sido las ciencias sociales durante todo el siglo XX, con
aquellas grandes discusiones para establecer cuál es la diferencia entre
la sociología y la antropología, entre la antropología y la economía,
etcétera, todos estos discursos metodológicos que son tan pedestres
desde la perspectiva de un discurso que es capaz de carcomer todo, de
meterse en todo, que no respeta barreras ni delimitaciones.”
Lo
primero que sorprende en este pasaje es la insistencia en la
recuperación del discurso crítico de Marx, justamente hoy, a inicios
del siglo XXI. Tal insistencia se vincula con la cuestión fundamental en
sentido político y ético de nuestra época: la continuidad de las luchas
anticapitalistas, de lo que en Marx aparece como idea de la revolución.
A lo largo de su obra se advierte esta posición de Echeverría. Lo que
anima su afán teórico, por decirlo de alguna manera, se articula en
torno a esta cuestión política. Sin embargo, se debe tener presente que
Echeverría aborda esta cuestión política con un impulso crítico sobre
las formas políticas que derivaron del marxismo en el siglo pasado, en
especial después de la derrota del movimiento revolucionario en Europa
occidental y de la deriva de la revolución bolchevique. Echeverría
reivindica lo que él considera la continuidad del discurso crítico de
Marx, en el Lukàcs de Historia y consciencia de clase, en Rosa
Luxemburgo, Korsch, Benjamin, Lefèbvre, Kosik, es decir, en pensadores
que están por fuera de lo que se llamó marxismo soviético (no solamente
el estalinismo, sino el “marxismo-leninismo”).
La
decisiva importancia que tiene Marx para la actualidad radica en su
crítica del sistema capitalista y por consiguiente de la crítica a la
ciencia que surge de ese sistema, en primer lugar, la crítica de la
economía política. Echeverría llamó la atención en varias ocasiones
sobre la imposibilidad de que pudiese existir en rigor una “economía
política marxista”. Esto va contra la condición misma del discurso
crítico, revolucionario, de Marx. No es casual que El capital lleve como
subtítulo Crítica de la economía política. Me parece que esta cuestión
es de suma importancia, en especial en los contextos académicos, pues
una forma de parálisis de los efectos críticos del pensamiento de Marx
(como acontece también con el discurso crítico de otros pensadores)
radica en la reducción de ese discurso a una serie de teorías asociadas:
economía marxista, sociología marxista, antropología marxista,
materialismo histórico, dia-mat, etc. En esta reducción actuaron juntos
el aparato académico liberal, otorgando espacio para la “libre
expresión” del marxismo en el campo académico, como también los
seguidores del marxismo soviético (y de sus extensiones
latinoamericanas, cualquiera sea su denominación política).
Pero
el pensamiento crítico no solamente proviene de Marx. En cierto modo, es
una línea que nos llega desde los griegos, desde Sócrates, Platón,
Diógenes, nos dice Echeverría. Es una actitud dentro de la teoría. Para
Echeverría, como para buena parte de los pensadores contemporáneos, la
filosofía tuvo su acabamiento en el idealismo alemán, en el sistema
hegeliano. De hecho, ni Marx, ni Nietzsche, ni Kierkegaard, ni
Heidegger, ni Wittgenstein, para citar a los que quizá sean los mayores
pensadores después de Hegel, se han reivindicado como filósofos. Por el
contrario, desde distintas perspectivas y con distintos propósitos
emprendieron la crítica o la deconstrucción de la filosofía. Echeverría
señala otra vía del discurso crítico: Freud. Y se pueden agregar
nombres, Horkheimer, Adorno, etc. El pensamiento crítico pone en
cuestión las construcciones sistemáticas, científicas, al menos en el
modo moderno, ilustrado o positivista, de entender la cientificidad.
De
otra parte, el discurso crítico cuestiona la construcción de los
objetos mismos de las ciencias sociales y humanas. Hay algunos aspectos
que conviene tomar en consideración en este cuestionamiento: ¿cuál es el
“objeto” que se pone ante nosotros y nos demanda el conocimiento? ¿Son
las clases, los grupos sociales, los estados, las naciones? ¿Los
mercados, las crisis, la división internacional del trabajo, los
términos de intercambio? ¿Las formas culturales, las formas simbólicas,
los mitos? ¿Los procesos o las estructuras? ¿Las estructuras sociales de
larga duración, las coyunturas?… A mi parecer, para Echeverría hay un
“objeto”, el sistema mundo capitalista, que debe ser comprendido de modo
complejo, por fuera de los recortes de las ciencias sociales, y sin
embargo, precisamente por su complejidad, atendiendo a sus componentes
diversos. No se trata ya de separar el análisis de clases de los
estudios etnológicos, ni la historia de la sociología o la economía de
los procesos culturales. Se trata de pensar la complejidad histórica de
modo complejo, y más allá de las disciplinas.
Cuando
se examina el curso que sigue la elaboración teórica de Echeverría, se
advierte su extraordinaria aprehensión de los resultados de las
distintas disciplinas teóricas, justamente para sacar esos resultados de
su ámbito disciplinar, para contraponerlos con los obtenidos en otras
regiones de las ciencias sociales o de las ciencias humanas. Mucho antes
de que se pusiera de moda la recurrencia académica a los estudios
transdisciplinarios, Echeverría ya iba más allá de las disciplinas, pero
bajo el presupuesto de que esa borradura de las fronteras era posible
por la condición crítica del discurso. A este respecto, puede servir de
ejemplo uno de sus primeros libros, Definición de la cultura, en el que
encontramos una “síntesis” de los desarrollos de la semiología, la
lingüística, la etnología, el psicoanálisis y, por supuesto, de la
filosofía, la literatura y la historia del arte. Solo la contrastación
entre proposiciones teóricas de estas disciplinas posibilita pensar un
concepto de cultura que integre un esfuerzo por comprender la
peculiaridad de lo humano, las funciones de la cultura en las
sociedades, su diversidad, sus dimensiones, los ritmos temporales
distintos.
Esta misma actitud en teoría permitirá finalmente a
Echeverría alcanzar los puntos más altos de su pensamiento: su
comprensión de la enajenación capitalista, sus tesis sobre la modernidad
y la diversidad de sus formas (capitalistas), esto es, los cuatro ethe:
clásico, romántico, barroco y realista; las tesis sobre el ethos
barroco, que marcaría la historia de Europa latina y sobre todo de
América latina, la comprensión del mestizaje. Echeverría se esforzó por
comprender la actualidad, y cómo en la actualidad actúan las formas de
resistencia, de oposición al capitalismo, en la vida cotidiana. Y lo
hizo desde América latina, desde el contexto intelectual que le ofreció
México, que le brindó la UNAM. Ahora nos corresponde acoger ese
pensamiento crítico para darle continuidad, lo que implica, entre otras
tareas, asumir el diálogo con el discurso de Echeverría, esto es,
comprenderlo, interpretarlo, debatir con él, mantenerlo vivo, en
movimiento.
Tomado de: http://vamosacambiarelmundo.org
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