¿Qué significa “Educación Popular? ¿Es lo mismo que “Alfabetización”? ¿Lo podemos asimilar a la idea de “Educación no formal”? ¿O “Educación para adultos”? ¿Cuáles son sus principios? En este contexto ¿Cuál es el sentido de ciudadanía crítica y madura?
Redes y articulaciones trabajan las propuestas y apuestas de la
educación popular, entendida como un proceso sistemático e intencionado de
comprensión de la vida para transformarla conscientemente, en función de la
capacidad de organizarse en el marco de los necesarios cambios de sociedades y
democracias. Es un conjunto de acciones articuladas sistemática y
procesualmente con el fin de comprender colectivamente la vida para
transformarla asociativamente.
La educación popular es una propuesta política, ética y
pedagógica que propone una metodología transformadora, que es válida no solo
para los hechos educativos, sino para el proceso integral de transformación. En
ella prevalece el sentido de proceso de mediano y largo plazo, que permita
superar la visión inmediatista y parcializada del fenómeno. Así pues, lo
inmediato debe abordarse con visión y racionalidad estratégica. Una visión
holística y compleja de la realidad debe superar los enfoques parcializados,
funcionalistas y profesionalizantes que suelen sustentar las propuestas
tradicionales. Por tanto, la interdisciplinariedad o, mejor dicho, la
transdisciplinariedad deben ser los enfoques a considerar en las nuevas
propuestas.
La educación popular, en esta perspectiva, no es sinónimo solo de
“educación no formal”, o “educación de adultos”, o “educación participativa”,
sino que las trasciende, puesto que por su planteamiento metodológico puede
generar propuestas en diversas esferas, por ejemplo: la educación formal, la educación
cívica política, la educación para todos, la EPJA, el derecho a la educación,
las estrategias de comunicación, o la alfabetización de adultos y la
etnoeducación.
Es bueno recordar que el analfabetismo es la máxima expresión de
vulnerabilidad educativa. La desigualdad que existe en el acceso al saber está
unida a la desigualdad en el acceso al bienestar. También está asociado a la
ausencia de oportunidades de acceso a la escuela, y su problemática tiene
relación con la baja calidad de la enseñanza escolar y con los fenómenos de
repitencia y deserción.
La alfabetización significa el disfrute del derecho a la
educación como condición importante de la ciudadanía activa de una gran
diversidad de personas, aportando sustantivamente tanto a la construcción del
desarrollo con equidad, como a la democratización de la democracia. Como
afirma Paulo Freire: “Una visión de la
alfabetización que va más allá del ba, be, bi, bo, bu. Porque implica una
comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está
el alfabetizado [...] la alfabetización es más, mucho más que leer y escribir.
Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es
la llave de la puerta del conocimiento”.
Eliminar el analfabetismo es una meta, pues el objetivo principal
es universalizar la cultura escrita, construir sociedades que leen y escriben
para aprender y para mejorar la calidad de su vida, como señala Rosa María
Torres. Por ello, construir una sociedad letrada significa la extensión de la educación
básica de calidad para todos los niños, la alfabetización universal para la
población joven y adulta que se encuentra al margen del sistema escolar,
promover un ambiente y cultura letrada a nivel local y nacional, y una
estrategia consistente en la erradicación de la pobreza que azota nuestras
sociedades.
La educación popular no puede reducirse a lo puramente
instrumental, aunque este aspecto cuenta, pues debe propugnar hacia lo
profundo, dinámico y continuo. Todo el proceso supone tomar notas de las
tensiones entre lo micro y lo macro, entre el partir y el llegar, entre el
viejo y el nuevo conocimiento, entre lo personal y lo colectivo, entre lo
subjetivo y lo objetivo, entre proyecto y proceso, entre eficiencia y eficacia,
entre ciencia y conciencia, entre saber y sabor, entre calidad y claridad. La
educación popular relaciona los objetivos con una pedagogía participativa y
crítica y una didáctica adecuada, para ello necesita llaves, herramientas
eficaces (técnicas) para implementar todo el proceso. Pero estas técnicas, los
métodos, los objetivos, la concepción son coherentes en el marco de la
metodología y la concepción que se maneja.
La educación popular no puede tomar en cuenta una parte de la
vida de la gente, sino que, aunque haga sus énfasis de acuerdo a la
intencionalidad que se busque desarrollar, debe concebir la vida humana como
una unidad articulada. Es necesario por ello incluir y tener presente lo
subjetivo, los valores, el claroscuro de la cotidianidad de la vida. Se trata de buscar la
coherencia entre las diversas dimensiones, aspirando a la conformación de un
sujeto más integral y con capacidad de transformación en las diversas facetas
de su vida.
Leonardo Boff lo amplía así: “Pero
necesitamos, antes que nada, una utopía: mantener la humanidad reunida en la misma Casa Común
contra aquellos que quieren bifurcarla haciendo de los diferentes desiguales, y
de los desiguales desemejantes. A continuación, necesitamos potenciar el nicho
de donde irrumpe la ética: la inteligencia emocional, el afecto profundo (pathos) de donde emergen los
valores. Sin sentir al otro en su dignidad, como semejante y como próximo,
jamás surgirá una ética humanitaria. Además, importa vivir –en el día a día, y
más allá de las diferencias culturales– tres principios comprensibles para
todos: el cuidado que protege la Vida y la Tierra, la cooperación que hace que
dos más dos sean cinco, y la responsabilidad que se preocupa de que las
consecuencias de todas nuestras prácticas sean benéficas. Y, por fin, alimentar
un aura espiritual que dará sentido al todo. La nueva era será de la ética o no
será”.
El acercamiento a propuestas educativas transformador atraviesa
por procesos de desestructuración:
·
Lo más difícil es descentrarnos, cambiar
el eje, es decir, cambiar nuestra tendencia a proyectarnos sobre la
realidad y abrirnos a la realidad y a la diversidad. Esto
es difícil, porque la diversidad genera amenaza.
·
Cambiar nuestra práctica de poder sobre,
para abrirnos a un poder para y un poder con. Esto significa un
redescubrimiento de una nueva concepción de lo político: lo político se juega
en la relación.
·
Recuperar de la fragmentación nuestra
totalidad y la totalidad del mundo (sociedad compleja de Morin).
·
Lograr el difícil aprendizaje de conocer
desde la relación, no proyectando en el otro mis estereotipos, sino
abriéndonos con admiración a su novedad.
·
Recuperar nuestra capacidad de emoción y de
ternura que no tienen espacio en la cultura de la conquista y de la
racionalidad manipuladora.
·
Revalorizar la subjetividad y la cualidad, y
resituar lo cuantitativo en su ámbito específico.
Se trata de cultivar una ciudadanía formada, crítica y madura que
comprenda y asuma que todas las personas son sujetos de derechos y
obligaciones. Para algunos gobiernos muchas veces la participación se reduce a
involucrar a la gente en la ejecución de políticas definidas desde arriba,
obstruyendo la posibilidad de participación en diversos grados, incluso el
decisional; en cambio, para los movimientos ciudadanos la búsqueda de participación
real es una de sus principales reinvindicaciones.
Cualquier sistema que no sea sosteniblemente fundamentado en un
modelo participativo y transparente se convierte en un esquema autoritario o
sociedad de dominación que pervierte los objetivos enunciados por muy
bellamente expresados que estén. Es innegable la necesidad de estrechar o
anular la distancia entre el quehacer público y la ciudadanía. Solo
en la medida en que el ciudadano se considere parte del ciclo de políticas
públicas tendrá la iniciativa de ser actor y fiscalizador.
En esta ciudadanía, el sujeto democrático gesta la participación
y se gesta en ella. La participación es clave, pues está íntimamente ligada al
acceso de la toma de decisiones, tomando en cuenta la voluntad de los sujetos.
Es la voluntad de ser menos objeto y más sujeto. Esto se manifiesta a través
del empoderamiento ciudadano, ejerciendo su participación democrática en todas
las esferas de la vida en democracia. La participación es la antítesis del
autoritarismo que pregona una direccionalidad preestablecida, o del populismo
que plantea el consentimiento de la gente sobre la base del paternalismo; o la
visión estrecha que pregona la participación individualista en un mercado
concentrador de ingresos y excluyente de muchos grupos humanos.
Extraído de
América
Latina: redes, propuestas y apuestas de educación popularRaúl Leis R.
En
Alfabetización y educación básica de jóvenes y adultos
Mariano Jabonero, José Rivero
Coordinadores
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