A la
práctica educativa de todo trabajo docente, le subyace una implicación
epistemológica, sociológica, psicológica y pedagógica determinada. Es
decir, que el trabajo realizado por el maestro dentro y fuera del salón de
clases, se relaciona directamente con la concepción de aprendizaje, alumno
y sociedad que posee éste.
Así pues, el
que el maestro esté consciente del papel que desempeña dentro del aula, y
la base teórica en que se fundamenta, creemos que es determinante para que
el profesor se convierta en un intelectual transformativo, y deje de ser un
simple técnico especializado en didáctica.
Cuando
hablamos del docente como intelectual transformativo, nos referimos a un
profesor que es capaz de crear sus propios contenidos tomando en cuenta los
intereses, necesidades y características de sus alumnos; que no parte de
esquemas acabados del conocimiento, sino que a partir del contexto del
alumno es capaz de propiciar la construcción de saberes; que su práctica
no responde a esquemas autoritarios reflejo de una sociedad antidemocrática
basada en la explotación del hombre por el hombre, en el lucro material y
el caos económico. El profesor como intelectual transformativo,
pretende construir, en conjunto con sus alumnos, una sociedad menos injusta
y más humana.
En cambio, el
docente especialista en didáctica, se aboca a aplicar un programa realizado
por intelectuales ajenos al contexto del alumno, con la firme intención de
perpetuar el poder de la clase hegemónica de la sociedad, representada por
unos cuantos capitalistas a nivel mundial. Este tipo de docente se
especializa en técnicas para controlar la disciplina del grupo; sin embargo
no es consciente del enfoque teórico (epistemológico, sociológico, etc.)
que le subyace a su
práctica docente, es más, ni siquiera le interesa. Su conducta es alienada
y alienante, en razón de que obedece y reproduce los esquemas de una
sociedad enajenante.
El que el
profesor sea un intelectual transformativo, no le impide que posea un
dominio profundo de los implementos prácticos de la educación, pero su
labor docente tiene un serio compromiso político con la resolución de la
problemática concreta de las clases más desprotegidas de la sociedad. Y el
estar políticamente comprometido con el explotado, el desempleado, el
marginado, el humillado no le quita rigurosidad científica a su praxis,
sino que le da más lucidez, y le permite transformar la realidad en
beneficio de la naturaleza y la humanidad.
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