ORWELL Y ARENDT: EL PENSAMIENTO ÚNICO FRENTE A LA EDUCACIÓN PARA LA VIDA ACTIVA
Por Adrián
Torres Marcano
Colectivo
Pedagogía de la Insurgencia
George Orwell, es el seudónimo de Erick Blair, escritor
de 1984, novela que inspirada la
película que se incorpora a nuestra reflexión pedagógica, a partir, de las claves
interpretativas, otorgadas por la filosofía de Hanna Arendt. Por tal razón, se
persigue esbozar un marco de criterios, que
contribuyan a la comprensión de la necesidad en nuestra actualidad, de
una praxis educativa, para la vida activa a modo de proyecto político de
emancipación humana.
Antes de seguir, conviene destacar, algunos
aspectos sobre la figura del escritor George Orwell. Respecto a su vida
literaria y política, se han hecho las opiniones más disímiles. Sus seguidores,
enfatizan el compromiso político y sensibilidad social expresados en sus
escritos y en la militancia política de izquierda. Orwell, participó como
miliciano en 1936 en la guerra civil española formando parte del Partido obrero
de unificación marxista (POUM), cuestionó al comunismo ortodoxo de la URSS de
Stalin, por considerarlo equiparable al nazismo. De igual forma, no
diferenciaba el capitalismo del fascismo y del estalinismo, tanto el comunismo
estalinista como el fascismo lo identifico con el totalitarismo. Al respecto,
Fernando Galván (1984) sostiene:
A
George Orwell lo definen muchos críticos entusiastas como un hombre honrado,
sincero, luchador incansable en pro de los desposeídos y de las clases
oprimidas. (…) Es la honradez típicamente orwelliana lo que le impide la
asociación a cualquier dogmatismo, o a cualquier interés que no sirva a la verdad.
Orwell está en todo momento en una continua revisión de sus planteamientos,
para no verse atrapado en sus propias ideas, que podrían llevarlo a caer en el
engaño e impedirle el acceso a la verdad. Más que un hombre de pensamiento es,
sobre todo, un hombre de acción. Nunca se conforma con pensar y decir, sino que
su profundo sentido de la responsabilidad humana, lo lleva a hacer. (pp. 51-52)
En cambio, sus detractores, lo consideran
como un férreo individualista, destacan una personalidad contradictoria en
donde se conjugan, posturas racistas, homofóbica y antisemitas. Asimismo, lo
acusan de delatar, hacia el final de su vida (1949), a escritores comunistas
ante las oficinas del servicio británico de inteligencia. Para Corbière (2002),
Orwell es considerado como un escéptico quien abordó la realidad de su época de
forma maniquea sin comprensión de las contradicciones sociales y políticas del
momento. De esta forma, lo enrola en las filas de cierto anarquismo de afinidad
trotskista por su participación en el POUM durante la guerra civil española, lo
cataloga de antisemita encubierto y, acusa de no tener una metodología
adecuada, para el análisis de la realidad social que guiara su
imaginación.
A grandes rasgos, estos son algunos de los
aspectos que giran en torno a la vida social y política de Erikc Blair,
escritor de Rebelión en la granja, Homenaje a Cataluña, 1984, entre otras obras. Más allá de las
disputas entre apologistas y adversarios, lo cual representan una confrontación
ideológica y política, en un momento histórico preciso, interesa tomar los
planteamientos, que para nuestra actualidad, otorgan claves de interpretación
pedagógica, aunados a los aportes de Hanna Arendt y el quehacer educativo que inserte
a lo humano como problema político de formación emancipadora en la
contemporaneidad.
La película 1984, realizada justamente en esa
fecha, fue dirigida por Michel Radford y protagonizada por John Hurt (Winston),
Suzanna Hamilton (Julia) y Richard Burton (O´Brien). Es una película de
ficción, en la que se presenta un modelo distopico de sociedad. A diferencia de
las utopias que construyen un futuro feliz de la humanidad, en la distopía, se
describe una sociedad opresiva y cerrada sobre sí misma, en la que destaca el
carácter autoritario del gobierno, aunque ante la población se presente como
una utopía. A juicio de Santiago (1980), en el prologo de 1984, afirma que:
la
utopia es el mejor de los mundos, la libertad definitiva y absoluta, el sueño
de todo ciudadano hecho realidad. La distopía es el peor de los mundos, la
sumisión definitiva y absoluta, el sueño de todo gobernante hecho realidad, y
será tanto más efectiva cuanto mayor grado de satisfacción produzca en el
ciudadano.
Las distopias presentan un cuadro dramático y
pesimista en relación a lo humano. Se coloca en tela de juicio el papel de las
bajas pasiones, acentúa la instrumentalización de la vida en función de un
interés ajeno a la población y se reduce a los hombres y mujeres a súbditos o
esclavos voluntarios.
En 1984, en tanto distopía, se plantea en su
argumento de partida una contundente crítica al modelo estalinista de gobierno,
el cual Orwell, identifica con el totalitarismo. De igual forma, lo hace con el
nazismo y el fascismo. En esta sociedad no existe privacidad. Hay una política dictatorial
caracterizada por la violencia, el ejercicio del poder y el control social sobre
la vida desde el aparato administrativo del Estado y del partido, representado
por el Gran Hermano, una entidad impersonal que nadie conoce, pero que tiene
presencia permanente en la vida social y política de los habitantes de Oceanía,
de allí la frase, El Gran hermano está
viendo y los eslóganes del partido:
La
guerra es la paz
La
libertad es esclavitud
La
ignorancia es fuerza
Asimismo se promueve del embrutecimiento de
las masas fomentando la ignorancia, con lo cual se busca la anulación de todo
pensamiento crítico, mediante la imposición del pensamiento único, el cual, es
sostenido por el uso de complejos mecanismos de manipulación mental de las masas,
entre ellos la construcción de la neolengua, con lo cual se garantiza la
imposibilidad de todo proceso de reflexión crítica que pueda evidenciar las
inconsistencias de la clase dirigente.
Estas formas de sumisión al Gran Hermano se
amalgaman a los siguientes aspectos presentes en la película:
1. falseamiento de la
realidad, el ministerio de la
verdad, lugar donde Winston, el protagonista, trabaja, encargado de manipular
la opinión pública y la historia según las necesidades del Gran Hermano,
haciendo de sus adversarios no personas;
2. abstinencia sexual mediante la prohibición del amor y la exaltación del
odio, el ministerio del amor, es el encargado de controlar la vida afectiva
mediante la coerción física y mental sobre la población;
3. y el odio hasta el
dolor, el ministerio de la paz, es
el encargado de movilizar tropas, promover la guerra permanente y garantizar el
odio de la población contra los enemigos de Oceanía, los cuales cambian según
la necesidad del Gran Hermano y el partido.
Ante esta situación, el problema de la
deshumanización de la vida, la negación de la subjetividad, la criminalización
de la creatividad y de la experiencia de la vida afectiva son las
preocupaciones planteadas en la película. Por lo que, se afirma, que en 1984, se
traza un sistema que promueve en la población una permanente preparación para
la muerte, una sociedad profundamente alienada, en donde la individualidad se
diluye, imposibilitando todo pensar critico que impele a los hombres y mujeres
a la acción transformadora de una realidad impuesta y aceptada por la
manipulación, el temor y la ignorancia de un aparato o un dios mortal llamado
el Gran Hermano, un Leviatán moderno.
La preocupación que en 1984 se expone se conecta
de forma indiscutible con los planteamientos realizados desde la filosofía por Hannah
Arendt (1994), escritora de Los orígenes
del totalitarismo. Arendt (2005), desde una cierta concepción liberal,
cuestiona toda forma de organización social y relaciones de vida que anule a
los hombres y mujeres como sujetos activos. Es decir, que sus relaciones estén
mediadas por el pensar y el actuar, creando sentido en la vida política desde
la construcción de lo común sin aniquilar las diferencias, lo cual presupone la
existencia del conflicto al interior de las relaciones humanas.
En
la sociedad de masas se trastoca la relación entre la esfera privada y la
esfera pública, lo cual tiene que ver
con el conformismo inherente a la sociedad, que es posible, ya que la conducta
ha reemplazado a la acción. Afirma Arendt (ob.cit):
…de que los hombres se comportan y no actúan con respecto
a los demás, yace en la raíz de la moderna ciencia económica, cuyo nacimiento
coincidió con el auge de la sociedad y que, junto con su principal instrumento
técnico, la estadística, se convirtió en la Ciencia social por excelencia. La
economía sólo pudo adquirir carácter científico cuando los hombres se
convirtieron seres sociales y unánimemente siguieron ciertos modelos de
conducta, de tal modo que quienes no observan las normas podían ser considerados
como asociales o anormales (pp. 52-53).
En la sociedad de control la intencionalidad de que todo
proceso educativo; formal o informal se encuadra como practica de
adiestramiento conductual de los hombres y mujeres, que persigue adecuarlos a
estas relaciones que la sociedad exige, para mantener la situación hegemónica
desde el conformismo social, traducido en expresión política en el gobierno de
los administradores, a saber, de los burócratas, y su expresión práctica, la
burocratización de la vida.
Para el gobierno de
los burócratas, tanto del Estado como del mercado, su interés estriba en que se
garantice la uniformidad del pensamiento, la estandarización de las conductas y
la trivialización de la participación en los asuntos públicos del ciudadano
común. Promueve la desvalorización de todo ejercicio del pensamiento y la
acción que cuestione ese orden de cosas incluyendo los marcos culturales y las
formas de relaciones materiales. Exaltan el poder de los instrumentos técnicos
y cuestionan toda expresión crítica de la subjetividad haciéndola fútil o
estéril para la vida.
Esta situación deviene en normalidad y
obviedad. Se establece como única realidad que es consentida culturalmente. La
“verdad”, se reduce a representaciones universales y trascendentes construidas
por estos mecanismos culturales hegemónicos, cuya finalidad es la
mercantilización del conocimiento y el sometimiento de la vida mediante su
negación, a través de escatologías teológicas o seculares cientificistas. Es el
reino del espectáculo y la inversión de la vida.
En la actualidad, pensar el proceso educativo
en clave crítica, exige considerar la situación en la que nos encontramos, en
el que la guerra, el armamentismo, la contaminación ambiental, el
individualismo, la explotación de hombres, mujeres y niños, el patriarcado,
etc., son situaciones trivializadas por la cultura hegemónica y expuesta en su
dimensión espectacular por un sistema global de carácter totalitario, que vende
una utopía de libertad, cuando en realidad hace a los hombres y mujeres, cosas
de transacción mercantil, según los interés del mercado o del Estado. Lo
anterior expresa la irracionalidad en la cual se sustenta la dominación
cultural neoliberal, la implantación de un pensamiento único que ampara los
intereses de quienes ejercen el poder e impide toda ruptura con esa forma de
dominio material e intelectual.
La construcción de una vida activa hace una apuesta a lo humano. Aspecto que Arendt (2003)
destaca en su filosofía, al exaltar, el compromiso con el proceso educativo,
como un acto amoroso y en plena identificación con el impulso de una vida en
libertad común desde el mundo. Afirmando
el papel de la crítica a todo lo existente sin rehuir el conflicto con los
poderes dominantes. Impulsando la superación de la vida contemplativa por una vida activa. Lo que
presupone liberación de la obediencia
ciega al dogmatismo y el poder despótico que hace que los hombres, como
señala, Spinoza (1986), “luchen por su
esclavitud, como si se tratase de su libertad”. De allí que, como sostiene Zuleta,
E (2006), la educación como formación es un proceso en libertad que se identifica con
responsabilidad. No es recepción de órdenes o una mecánica de ejecución de
consignas. Implica una consciente realización de directivas sugeridas, las
cuales actúa como guía teórica-metodológica, con el fin de que el estudiante
adquiera conciencia de lo que recibe del exterior y lo transforma en su
actividad. Haciendo de la educación un ámbito de acción y no de labor o
trabajo, es decir, de mera reproducción automática para garantizar la vida orgánica
o de una práctica reproductora del hacer, pero incapaz de impulsar procesos que
articulen el pensamiento y la acción orientados a la transformación
humanizadora de la vida.
El
educador orienta la formación de una concepción del mundo superior que afirme
la capacidad de creación intelectual y práctica en la formación donde lo
razonable, lo sensible y la cotidianidad se relacionan. Desde donde se revisa
el maco de certezas, tanto científicas como las del sentido común. Se atiende a las problemáticas planteadas por los y las
estudiantes desde su cotidianidad y experiencias de vida con el propósito de
promover la comprensión y la re-significación desde la revisión crítica, tanto
de los saberes populares como de las certezas
científicas.
En este marco la
participación activa del estudiante en la formación tiene sentido en tanto la educación
está ligada a la vida. Relación entre educando-mundo y naturaleza-sociedad.
Desde donde se afirma del poder creativo de los docentes y estudiantes, es
decir, obtener una conciencia crítica del mundo en el que se incorpore
elementos históricos, filosóficos,
éticos y estéticos que impulse la construcción de unas relaciones humanas, entre
hombres y mujeres. Por lo que el papel del docente es asumido como una guía amistosa en el proceso de
educativo. Se toma distancia de las perspectivas autoritarias de la educación
que trasladan la relación padres-hijos/as a los espacios educativos en general.
Dicho traslado promueve un proceso de castración y dependencia de los educandos
al educador que niega su potencia subjetiva tanto intelectual como
creativa. Legitimando modelos autoritarios
en las relaciones educativas expresadas en las formas de organización política
y sociales.
Por
ello, tanto Orwell como Arendt, cada uno desde sus contextos políticos-culturales
y lecturas, se plantea a modo de problema lo humano, ante un latente proceso avizorado
de deshumanización expresado en la aceptación acrítica de una política sobre la
vida caracterizada por la burocratización de la existencia humana, la violencia
en todos los órdenes del vivir, el control social de todas las relaciones
incluyendo las afectivas, la manipulación de la realidad mediante su
falseamiento, la jerarquía verticalista y el ejercicio político del poder autoritario
haciendo de los ciudadanos súbditos voluntarios sumergidos en la vida
contemplativa de la moderna sociedad de masas. Así es como, se plantean la
afirmación de la vida política, como alternativa ante una política sobre la
vida, eje de las preocupaciones de las perspectivas críticas, que desde el
siglo XX y en los inicios del Siglo XXI insisten en interrogar a la realidad
que se impone. Ante estas inquietudes cabe asentir, tomando las palabras de
Winston, protagonista de 1984, lo importante es seguir siendo humano.
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Salvat Editores S.A. Ediciones electrónicas de Utopía.
Zuleta,
Eduardo J. (2006). Teoría socialista
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apuntes de Antonio Gramsci, Mérida, ULA-Consejo de Publicaciones.
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