jueves, 22 de septiembre de 2011

Voces críticas y contrahegemonía: el pensamiento crítico no es un chanchullo por Javier Biardeau

1.- EL PENSAMIENTO CRITICO NO SE NEGOCIA:

Una de las cualidades ético-culturales sustantivas del pensamiento crítico, que merecería ser catalizador de un proceso de insurgencia revolucionaria (no sólo política, sino intelectual, ética, estética, afectiva) ha sido resumida por Edward W. Said en uno de los ensayos publicados en su texto “Las representaciones del intelectual” (2007; editorial Debate, pp. 105-121): “Hablarle claro al poder”.

¿Qué significa en síntesis “hablarle claro al poder”? Plantea Said: “(…) me atrevería ha afirmar que el intelectual tiene que estar dispuesto a mantener una contienda de por vida contra todos los guardianes de la visión o del texto sagrado, siempre prestos a la depravación y cuya pesada mano no soporta la discrepancia y menos aún la diversidad.”

Entremos de lleno al crudo charco del poder/dominio entendido como “estructura de mando-obediencia”. Hablarle claro al poder implica desobedecer el mandato de renunciar al pensamiento crítico, de renunciar al espacio de libertad (de pensamiento, de expresión) en el proceso de individuación social que acompaña todo proceso de transformación social.

El pensamiento crítico pone en duda tanto la infalibilidad de las verdades dadas por supuestas como de las autoridades dadas por sagradas. Allí intentamos ser radicalmente ilustrados y modernos cuando reivindicamos la vigencia de razones radicalmente críticas.

Sin embargo, sabemos que somos parcialmente impermeables a los aspectos más liberadores de la modernidad ilustrada, mientras somos completamente porosos a sus aspectos más conservadores, e incluso reaccionarios, como el eurocentrismo y la colonialidad del saber.

La imagen del "poder-sobre" de la "voz de mando" no puede ser más gráfica: “Cuya pesada mano no soporta ni la discrepancia ni la diversidad”.
2.- LA DEMOCRACIA SOCIALISTA NO ES EL VIEJO SOCIALISMO BUROCRATICO:

La diferencia entre el socialismo burocrático del siglo XX y la democracia socialista del siglo XXI, reside justamente en esto: asumir sin tapujos la discrepancia y la diversidad, algo que a la izquierda configurada por el legado de la III Internacional Comunista (de Lenin a Stalin) l costaba mucho asumir con su visión monolítica y monocultural del marxismo bolchevique; obviamente el "auténtico marxismo revolucionario".

Sin embargo, poco se ha aprendido que la unidad del campo popular-nacional se construye en el escuchar estas discrepancias (algunos amigos las llaman “interpelaciones”), estos malestares, estas perspectivas abiertas en debate, obviamente; bajo un principio de argumentación, de criterio político, de responsabilidad, pero no por espíritu de sumisión ni por disciplina de aparato, convertida en moralina de secta mafiosa.

El sectarismo de las tendencias auténticamente revolucionarias es una muestra de la ambición por poseer apriori la verdad revelada: guardianes de la visión y textos sagrados. En fin, rituales de verdad, repeticiones. La enfermedad senil del estalinismo es ésta: la secta mafiosa, la interpretación única de la verdad monolítica.

Pero la unidad política en las revoluciones democráticas y socialistas, es siempre punto de llegada, resultado de un vasto esfuerzo político; es más, define una política labrada por una construcción polémica y deliberante de esta frágil síntesis; que es, por esencia, revisable, circunstancial, rectificable y mudable. Lo otro es decretar silencios, disciplinas y parodias de unidad.

Lo fundamental de la unidad posible del llamado "gran polo patriótico", por ejemplo, reside en dar cuenta de su plano de consistencia, de saber si esa síntesis avanza como momento parcial del proceso de acumulación de fuerzas del movimiento popular y revolucionario, del bloque histórico de los oprimidos y excluidos. Si no es así, hay un reflujo, estancamiento o descenso de fuerzas sociales y políticas en la construcción de la transición post-capitalista.

¿Estamos en flujo o reflujo, en avance o retroceso, en ascenso o descenso? Cada quien (cada colectivo) valorará sus respuestas. Desde hace tiempo observo criticamente lo que desde mi punto de vista son síntomas de reflujo.

3.- SIN PENSAMIENTO CRITICO: ¿CUÁL TEORÍA REVOLUCIONARIA?
Primera idea que debemos retener para comprender las implicaciones profundas de un llamado cada vez mas urgente a la des-dogmatización del pensamiento crítico y de la llamada, aún monolíticamente, “teoría revolucionaria”.

También, desde mi punto de vista, no creo que exista ya "teoria revolucionaria" como gran paradigma teoría de la transformación (el marxismo-dogma), sino la posibilidad de construir una "plataforma teórica revolucionaria": múltiples nodos de insurgencia teórica, articulados en una red de pensamiento critico socialista, donde caben muchas voces, incluidas las diversas constelaciones marxistas.

El asunto es debatir los modos de generación de conocimientos para la transformación social, colocar en perspectiva diversos programas de investigación militante o de investigación-acción, como apalancamiento teórico de la praxis de los movimientos sociales y populares, así como de los gobiernos autodefinidos por un horizonte de izquierda.

Obviamente conocemos aquella manida frase: “sin teoría revolucionaria no hay praxis revolucionaria”. El asunto que obviamos es que no hay “teoría revolucionaria” desde la premisa que renuncia a la crítica radical, que reproduce el “amor” por las estructuras de mando-obediencia. Hoy ha quedado claro que la voluntad de poder (la potencia, el querer vivir) pasa por una encrucijada ética que funda las condiciones de posibilidad de cualquire saber, entre la voluntad de emancipación o la voluntad de opresión.

4.-NO ENAMORARSE DEL PODER:

Tanto “amar-mandar” como “amar-obedecer”, son justamente las raíces espirituales de la sumisión, del pensamiento reaccionario. Allí una racionalidad emancipatoria asume su antagonismo, leáse bién, su antagonismo contra cualquier recaida (justificada por los cultores de la realpolitik) en el pensamiento que reproduce los pliegues de significación y sentidos de lógica de la dominación.

Históricamente, ya conocemos la diferencia sustantiva entre aquellos que agenciaron la "dictadura revolucionaria del proletariado" de aquellos que agenciaron la "dictadura contrarevolucionaria sobre el proletariado". No hay que creer más a estas alturas en las mentiras y ficciones históricas de toda la mitología soviética, en todos los extravíos sobre la dictadura. Se trata de revolución democrática sin fín.

Entonces, una revolución sin polémica, sin debate, sin voces críticas, sin planteamientos diversos, sin tensiones, sin diferencias, sin conflictos no fecunda el espíritu revolucionario, el espíritu que a fuerza de martillar los prejuicios y presupuestos, hace estallar todas las convenciones, correcciones y dogmas. Más bien, al renunciar a una insurgencia del cuerpo y la palabra, se hace patética la confesión de quienes claman por un… ¿Termidor?, llámese restauración de la derecha ó contra-revolución burocrática.

En un poco difundido trabajo de Michel Foucault denominado “Introducción a una vida no fascista”, se apunta directamente a problematizar esta forma de “pensamiento políticamente correcto”, que trata a los “sistemas de signos” (Un “régimen de signos”) con el mayor de las supersticiones, veneraciones y respetos.

Para Foucault es imprescindible apelar a un arte de vivir, contrario a todas las formas de fascismo, estén éstas instaladas o bien cercanas al cuerpo pensante. Quienes han expresado que en Foucault no hay ningún programa positivo para interpretar las relaciones poder/resistencia, podrian pasearse por este corredor de su pensamiento:

a) Liberar la acción política de toda forma de paranoia unitaria y totalizadora;
b) Que la acción, el pensamiento y los deseos crezcan por proliferación. yuxtaposición y disyunción, no por subdivisión o jerarquización piramidal;
c) Liberarse de las viejas categorías de lo negativo (la ley, el límite la castración, la falta la laguna) que el pensamiento occidental ha sostenido como sagradas durante tan largo tiempo en tanto forma de poder y modo de acceso a la realidad;
d) Elegir lo positivo y lo múltiple, la diferencia a la uniformidad los flujos a las unidades, los ordenamientos múltiples a los sistemas;
e) Considerar que lo productivo no es sedentario sino nómada;
f) No imaginen que haya que estar triste para ser un militante, aun cuando lo que se combata sea abominable. Es el lazo entre el deseo y la realidad (y no su fuga bajo las formal de la representación) lo que posee fuerza revolucionaria;
g) No utilicen el pensamiento para dar a la práctica política valor de Verdad; ni la acción política para desacreditar un pensamiento como si éste no fuera más que especulación pura;
h) Utilizen la práctica política como un intensificador del pensamiento, y el análisis como multiplicador de las formas y los ámbitos de intervención de la acción política;
i) No exijan de la política el restablecimiento de los derechos del individuo tales como los define la filosofía. El individuo es producto del poder. Lo que hay que hacer es desindividualizar por medio de la multiplicación, el desplazamiento, el ordenamiento en combinaciones diferentes;
j) El grupo no ha de ser un lazo orgánico que una individuos jerarquizados sino un constante generador de desindividualización. No os enamoréis del poder.

Foucault, inspirándose en Deleuze y Guattari nos ha dejado un programa positivo para la insumisión, para comprender a profundidad que todo discurso está ligado a determinados efectos de poder, que hay que prestarle suma atención a los juegos y las trampas del lenguaje, a la relación entre la retórica y la manipulación en el discurso, a todo el arsenal de recursos de seducción e incitación que pretenden colocar grilletes sobre la voluntad.

Extremo cuidado entonces, con las concesiones y transacciones pragmáticas ante quienes se inspiran en una apología secreta a las figuras de la voluntad de dominio. Una cierta veneración supersticiosa por la forma-Estado, por ejemplo, acompaña una cierta terminología de palabras-maestras, autores-maestros y de identificaciones con líderes, cuya mayor cualidad ha sido formar parte del panteón de los despotismos.

5.- EL NUEVO SOCIALISMO NO SE CONSTRUYE CON MÉTODOS FASCISTAS:

Todavía hoy, hay que afirmar que consideramos que la democracia socialista no se construye con métodos ni medios fascistas. Ya sabemos la polémica de muchos comunistas de consejos, al calificar las maniobras leninistas como obras de un "fascismo rojo". Este es un tema aún postergado en las diversas formas de historizar a la multiplicidad de las corrientes marxistas.

Pero acerquémonos a los concreto de las situaciones. Por ejemplo, sacar la pistola cuando escuchan una crítica, una discrepancia o un elogio a la diversidad, o cerrar un medio alternativo, despedir a alguien o intimidarlo con una suerte de “muerte política”, o construir una suerte de cordon de seguridad y aislamiento, una "cerco epidemiológico" para impedir las "intoxicaciones ideológicas", todo esto es parte de tácticas fascistas, que a la vez apelan a formas de “violencia simbólica”.

Por ejemplo, el famoso “culto a la personalidad” ha implicado siempre una renuncia al espacio de la autonomía intelectual y moral, renuncia a un proceso de singularización como sujetos-en proceso, así como una sacralización y una entrega de la voluntad propia a cualquier “jefe indiscutible”. Hay que repetirlo hasta el cansancio: someterse al “principio del caudillo” es fascista de cabo a rabo.

Una cosa es reconocer un liderazgo; otra, sacralizar un despotismo. Hay fronteras entre la derecha y la izquierda que no pueden desdibujarse así no más, sin caer en graves desorientaciones y en saltos de talanquera de los que no se hablan, pero que tienen graves consecuencias.

Que las nociones de "izquierda" o "derecha" sean palabras-valija legadas del eurocentrismo, no implica que renunciemos a las implicaciones de su uso: poder distinguir entre quienes pretenden pisarnos, humillarnos, denigrarnos y oprimirnos; frente a las vías para amplificar la potencia, para abrir nuevas trochas y espacios de libertad.

Por otra parte, derrumbado el “marxismo-dogma” luego de la crisis terminal del estalinismo, no hay posibilidad alguna de restaurar ni el “monolitismo ideológico” propio del “socialismo burocrático” ni el culto a ninguna fórmula de “Líder infalible-partido único-masa de maniobra”. Ni hay infalible, ni único, ni rebaño político.

6.- COMBATIR LOS HÁBITOS DE LA VIEJA IZQUIERDA:

El comisariato político y los policías del pensamiento intentan forzar y naturalizar ciertos hábitos, pero estos usos y costumbres no llevan sino a un callejón conservador (basta leer entrelineas la entrevista de Alarcón sobre el devenir de la revolución cubana para saber las razones por las cuales el socialismo no será tan igualitario como se lo habían imaginado). Pero lo fundamental sigue siendo:

“(…) nada mas reprensible que esos hábitos mentales en el intelectual que inducen a la evitación, esa actitud característica de abandonar una postura difícil y basada en principios que se sabe que son los correctos, pero que uno decide no mantener. No deseas parecer excesivamente politizado; te preocupa demasiado parecer demasiado problematizador, necesitas la aprobación de un jefe o de una figura de autoridad, quieres conservar la reputación de ser una persona equilibrada, objetiva, moderada; esperas que se te llame para una consulta; para formar parte de un consejo o comisión prestigiosa y, de esa manera, seguir dentro del grupo que representa la corriente principal; esperas que algún día te harás acreedor de una distinción honorífica, un premio importante, tal vez incluso una embajada”. (Said; 2007)

Nada de eso. Una revolución de izquierdas no se excusa de las estrofas de aquella “Internacional”, original de Eugene Pottier: ''Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor''. Nosotros, la multitud, el pueblo trabajador no somos “masa de maniobra" ni rebaño electoral. “Soplemos la potente fragua que el hombre libre ha de forjar.”

Lucha contra las tiranías. La letra original de Pottier dice: “No hay salvadores supremos: ¡Ni Dios, ni César, ni tribuno, Productores, salvémonos nosotros mismos! ¡Decretemos el bien común!” (Il n'est pas de sauveurs suprêmes : ¡Ni Dieu, ni César, ni tribun, Producteurs, sauvons-nous nous-mêmes ! ¡Décrétons le salut commun!)

Estas frases estaban dedicadas: “Al ciudadano Lefrançais, miembro de la Comuna.” Pocos conocen la historia e ideas de este ciudadano y de esta Comuna. Esa comuna igualitaria parece desdibujarse en el posibilismo de la realpolitik.

Aun así, el rumor popular lo plantea con más sencillez: ¡Sólo el pueblo salva al pueblo! Si no, recordemos en Venezuela, las horas y minutos del 12 y 13 de abril de 2002, mientras algunos burócratas corrían a refugiarse en las faldas de alguna personificación del Capital. Acontecimiento histórico que también traza fronteras nítidas entre izquierdas y derechas, no retóricas sino sociales, fronteras de mundo de vida de cada cuál.

7.- ESTIMULAR LAS VOCES CRITICAS, LLAMAR A RECTIFICAR TODO LO QUE HAYA QUE RECTIFICAR, NO AL GIRO HACIA LA DERECHA:

Por tanto, las voces críticas son el antídoto necesario para evitar las recaídas conservadoras de las revoluciones (desdibujar izquierdas y derechas) que pretenden institucionalizarse; es decir, “suicidarse”.

Cuando recientemente el historiador Vladimir Acosta plantea abiertamente sus impresiones sobre: “(...) una suerte de viraje de una izquierda que se califica a si misma de radical hacia una izquierda que se desplaza un poco hacia el centro. Una suerte de centroizquierda más políticamente correcta, menos conflictiva”, esta plantando bajo el uso de las figuras más prudentes y propositivas de la argumentación, que no podemos mostrar una política de bandazos. Primero ultraizquierda, luego diálogo amistoso con la derecha; primero, neutralidad en el conflicto interno colombiano, luego apoyo a la lucha contra el "terrorismo"; es decir, a la FARC. Esto es dar bandazos, un patrón de improvisación que traduce la perdida de rumbo estratégico.

Pero el historiador Vladimir Acosta fue demasiado tímido en calificar de centro-izquierda, una decisión tomada frente al impasse del periodista sueco-colombiano Joaquín Pérez Becerra, por ejemplo. Exagerando la nota, diría que todavía hay una izquierda que le cuesta calificar y clasificar los acuerdos entre Hitler y Stalin, por ejemplo. Que todavía hoy son capaces de suponer que el estalinismo era el socialismo. No es el caso de Vladimir Acosta, por cierto.

El tema Pérez Becerra lo comparo, de manera exagerada or cierto, con estas tensiones que pasan por el cuerpo de los militantes de izquierda, cuando tuvieron que justificar las maniobras del padrecito de Rusia cuando justificó el pacto Hitler-Stalin. Stalin era "infalible. Eso solo fue posible, luego de instalarse un clima de Cesarismo alrededor de su figura.

Algo que resuena semejante puede estar ocurriendo, y desde hace tiempo, con Chávez. No se trata de su persona, de su condición humana, de su integridad como cuerpo que lucha que debe ser preservado en toda circunstancia, sino del clima político que lo rodea, de la construcción histórica de un liderazgo con ciertos patrones de proyección colectiva. Esto es, una relación determinada "lider-pueblo", no atributos esenciales de una subjetividad.

El caso Pérez Becerra (y tdos los que se parezcan) introduce una “anomalía” derivada de la realpolitik (Kohan dixit), donde se desvanecen los principios como aquel cuadro de los relojes de Dalí. No es casual que un tipo como Meszaros proteste, que Acosta proteste, que Brito García diga lo que diga sin pelos en la lengua. Que muchos otros se opongan, que resistan, que digan su punto de vista. Y así debe ser, y debemos estar alegres de aquí sea, pero indignados de raíz ante los "métodos fascistas" para apagar la crítica: amenazas veladas y no tanto, intimidaciones, comentarios que rozan en delaciones, chantajes, llamados al orden y a la ferrea disciplina que jerarquiza, despidos y una sensibilidad defensiva-paranoica tan marcada por las actitudes conservadoras. ¿Usted lo reconoce?

Si compañeros y compañeras, son métodos fascistas, del fascismo social que nuestros camaradas post-68 nos enseñaron a cartografiar, como parte de una micropolítica que si coge vuelo, y se hace estado de dominación y subcultura para procesar diferencias o discrepancias, anuncia definitivamente la imposibilidad de imaginar una transición socialista en el país.

Lo afirmo sin eufemismos: se está cancelando la posibilidad de la construcción de una democracia socialista radicalmente distinta de las experiencias del colectivismo despótico que llamaron generaciones enteras como "socialismo real".

Desde el año 2006, pasamos de la crítica distinguida a los “habladores de paja” del CIM (foro sobre Intelectuales, Socialismo y Democracia), a las medidas de “Yo (el supremo), si te boto”, de la pesada mano que no soporta ni la discrepancia ni la diversidad. A los guardianes de la verdad y de textos sagrados. No será a esto, espero, lo que algunos llegan a llamar “Gobernar convenciendo”. Si esto son métodos para con-vencer, creo que sobra el “con-”, es sencillamente “vencer” por abuso de una “posición de dominio”.

Ya lo decía Gramsci, la persuación no se compara con el fenómeno del "Cadornismo". Pedagogía política no es "voz de mando". Freire nos dicto una memorable lección para distinguir la "pedagogía del opresor" de la "pedagogía del oprimido". Y los cultores del cesarismo, del "principio del caudillo", no hacen sino eso: "pedagogia del opresor".

Sobre este punto, quienes glosamos "paja", "verborrea", "toxina ideológica", analizamos gustosamente lo planteado por José A. Marina: “La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación” y por Michel Onfray “Política del Rebelde. Tratado de la Resistencia y la Insumisión”, registrando los datos que arrojan los sismógrafos ideológicos en la Revolución Bolivariana.

Pasamos en seis meses de una vociferante “radicalización” post-26 de septiembre (¿se recuerdan de aquella próxima “Asamblea de Extrema Izquierda”?) cerrando el año 2010, con un no menos vociferante Diálogo entre gobierno y oposición, llegando a una suerte de reconciliación entre el eje del ALBA y el llamado “eje del Pacífico” (¡Santos es mi nuevo y mejor amigo!). Obviamente, habrá quienes tienen razones para inquietarse.

¿Tanto pesa un acuerdo pra construir un oliducto y un poliducto hacia el Pacífico, o lo que tenga entre manos un narco como Makled, o otro tipo de acuerdos de marcado acento económico, para llegar a compartir la doctrina de la lucha contra el "terrorismo"?

Maniobras que le quiebran el cuello a los cultores de la línea recta, aunque el Presidente Chávez haya colocado varias veces el ejemplo moral de personajes cuyas vidas han sido el trazado de dos puntos y una sola línea recta (Francisco Mieres o Gastón Parra Luzardo).

Sin embargo, para algunos escépticos, el punto de destino de Chávez no es ningún “Socialismo del siglo XXI”. Solo tendríamos punto de inicio claro (MBR-200), un torbellino de maniobras y un sin-número de puntos intermedios, que llevan a diferentes “líneas de tendencia” (Dieterich traza la suya: Chávez capituló frente a Monroe). ¿Tendrá razón Dieterich?

Obviamente, para otros, el que no se extravía es Chávez, que parece saber que significa inventar “el punto de llegada”. El resto (los alquimistas), creen adivinarlo. Tal vez menos que futurología predictiva, sería mejor seguir con atención algunos vuelos cortos del “Búho de minerva”, para tratar de indagar hacia donde apunta esta trayectoria llamado elecciones-2012 (sólo en 12-18 meses: Victoria ó Derrota, victoria abierta ó victoria cerrada, Jose Vicente Rangel dixit), así como su más inmediato evento consecuente (¿Y cómo avanza la revolución en estas circunstancias? ¿Y como se gobierna con esta correlación de fuerzas? ¿Quién le pone el cascabel al gato de la crisis política posterior a la elección presidencial? ¿Y la gobernabilidad, qué? ¿Permitira el Pentágono un nuevo período de Chavez?).

8.- SIN DEMOCRACIA RADICAL NO HAY NINGUNA "RADICALIZACIÓN":

Por tanto, la llamada “radicalización” no consiste en hacerse más vociferantes de un “infantilismo de ultra-izquierda”, sino en devenir más clarividentes para combatir las tendencias presentes hacia la derechización (Vladimir Acosta parece ubicar el viaje a la "centro-izquierda", otros a la socaldemocratización, otros se sienten realmente "perplejos").

Lo que parece visible, y los movimientos sociales y populares parecen haber encontrado su figura, es la maniobra de ciertas fracciones dominantes organizando una recomposición con claros tintes de derecha (desarrollismo nacional con ribetes antidemocráticos. Ellos dicen: ¿Y usted se creyó el cuento de la “democracia participativa y protagónica?, y lo murmuran socarronamente), además del “anticomunismo ramplón” que impera en segmentos de la oposición a la revolución bolivariana (Dicen: El problema no sólo es Chávez, hay que liquidar eso que llaman “bolivarianismo revolucionario”; en fin, las corrientes nacional-populares, democráticas y anti-imperialistas que habitan el campo “chavista”).

El diputado adeco David Morales Bello dijo frente al 4-F de 1992: ¡Muerte a los golpistas! Estos dicen: ¡Muerte, carcel y persecusión a los Socialistas bolivarianos del siglo XXI!

Opino que lo más consecuentemente identificable con las tradiciones revolucionarias de izquierda, se ha vuelto problemático para la derecha exógena, para la endógena y para la izquierda de aparato.

Los intereses comunes como "clase dominante" comienza a penetrar el alto gobierno. Si los movimientos sociales y populares dejan de ser “rebaño” o “masa de maniobra”, se vuelven excesivamente críticos y desafiantes a todos los despropósitos y ambiciones por consolidar una "nueva clase político-económica", entonces hay que silenciar todo ese “barullo popular”. Y eso es el barullo popular: revolución bolivariana, no sólo chavismo emocional o primario.

Históricamente, la derecha (con ansias de retaliación) en el poder sólo ha puesto en práctica una vía frente a las izquierdas revolucionarias: persecución, asesinatos, torturas, carceles y desapariciones. Aunque ha sido a veces frustrante para los poderosos intentar pisar el “cuero seco” o mancillar el “agua mansa”, han instituido fórmulas completamente sanguinarias: Trujillo, Somoza, Pinochet, Videla. La derecha tiene un menu a la carta para controlar despóticamente cualquier signo de resistencia y rebeldia en el movimiento popular.

Lo que realmente pasa es que las compuertas de un movimiento hacia luchas políticas y sociales (corriente histórica-popular) que no se ajustan ya al modelo prescrito por la tradición de la “izquierda de aparato”, ha abierto nuevas territorios de lucha; no se deja colocar bozales, ni grilletes mentales ni obedece a las amenazas castradoras. El asunto es que sigue siendo poder constituyente.

El mejor ejemplo, es todo el intento por metabolizar y transfigurar las voces críticas de las bases del PSUV frente al debate de las “cinco líneas estratégicas”, para algunos intentar reconvertirlas en mensajes de férrea disciplina, calcada de los moldes de los viejos aparatos estalinistas.

La “cooptación” fue sólo una primera provocación. Lo que viene puede definir incluso el destino del llamado “Gran Polo Patriótico”, que no puede reducirse a la suma de siglas, al “archipiélago de aparatitos”, incluida la maquinaria de un PSUV-sectario.

El asunto de la regresión socio-ídeológica tiene que ver con sacudirse de encima tesis como el poder constituyente, la revolución democrática permanente, el doble poder, la construcción de hegemonía popular revolucionaria, y recaer en las tesis del marxismo burocrático más ramplón: un gran timonel, un pequeño estado mayor, un partido-maquinaria, un comisariato político para controlar disensos, y un sistema de correaje hacia los llamdos organos de base del poder popular. La arquitectura jerárquica, la paranoia unitaria y totalizadora, la reducción de lo multiple a un sistema cibernético de primer orden (el panóptico).

En fín, se pierde de vista la palanca sustantiva del poder popular como protagonista central de la transformación. En fín, o se asume la potencia constituyente del barullo popular, con toda su carga de insumisión y rabia por tanta promesa rota, o se abren los verdaderos riesgos políticos para el “cogollo endógeno”.

El cesarismo, el dogmatismo, el burocratismo y el sectarismo son la cuadratura del círculo del socialismo burocrático. Hay que incitar a ir más allá de los partidos-aparatos, pero no a la búsqueda de una “derecha nacionalista”, sino de un pueblo-pobre rabioso que siente en su cuerpo las premisas de la filosofía de la liberación. Llamen a esto populismo o no, el asunto es transformar el desvarío, en una regeneración de la revolución popular, democrática y bolivariana, premisa inicial para pasar a las tareas de la transición post-capitalista, sin temeridades y sin claudicaciones. Hay que enfrentar, siguiendo a Foucault, severos adversarios en una revolución democrática que ha sido bloqueada:

1) Los sacerdotes de la vieja teoría revolucionaria, los preservadores del orden puro de la política y del discurso político auténticamente revolucionario. Burócratas de la revolución y funcionarios de la Verdad monolítica. El viejo socialismo real.
2) Los mercaderes del deseo: los publicistas de la revolución, los que hacen marketing y pragmática política, que consolidan negocios, que quisieran reducir la multiplicidad del deseo a las leyes simples de canalización de segmentos de votantes, a cada “falta” o “carencia”, una “esperanza electoral”. El populismo con desarrollismo de siempre.
3) Por último, el mayor enemigo, el adversario estratégico: el fascismo social. No sólo quienes saben manipular el deseo del gran público, sino el fascismo interno a cada subjetividad que renuncia a su potencia, a la critica radical, al comisariato político dentro de nuestras cabezas y nuestras conductas cotidianas, el fascismo que nos hace amar el poder, amar la obediencia, desear aquello mismo que nos domina, nos denigra y nos explota. Quien ama al poder, se convertirá en un capataz más de la burocratización. El comisariato que administra y hace gala de su norma: disciplina.

9.-NO AL OPORTUNISMO NI A UNA INTELECTUALIDAD PALACIEGA:

Efectivamente, hay que estar al acecho de las más pequeñas huellas del fascismo en nuestros cuerpos. Frente a los acontecimientos recientes, los reenvíos de sentido de Said algo nos dicen:

“Si, la voz del Intelectual es solitaria, pero su resonancia se debe al hecho de asociarse libremente con la realidad de un movimiento, las aspiraciones de un pueblo, la prosecución común de un ideal compartido. El oportunismo ordena que en Occidente, muy dado a criticar sin ambages, por ejemplo, el terrorismo o los excesos palestinos, denuncies estos hechos en voz alta y, a continuación, te deshagas en elogios sobre la democracia israelí.”

No hay de que deshacerse tampoco en elogios con la democracia colombiana, con una democracia de "falsos positivos". Creo que es posible comparar algunos estratos de sentido de este texto de Said, con el "conflicto interno" en Colombia, con el fracaso histórico de las soluciones negociadas entre actores que son políticamente beligerantes. ¿O no es así?

No se trata de “democracia versus terrorismo”, de entregarle “terroristas” al “nuevo y mejor amigo”, sino de reconocer como responsabilidad intelectual el llamado a superar la barbarie del conflicto armado colombiano, a la barbarie que deshumaniza el conflicto entre los actores beligerantes, denunciar el extremismo de todos los implicados en el caso, y “no sólo del partido más débil y más fácil de vapulear”. Ya sabemos a donde fue a parar la Unión Patriótica, a una tumba colectiva preparada por la oligarquía colombiana.

10.- ¿CÓMO LA DERECHA INTERPRETA EL VIRAJE DE CHÁVEZ?:

Aquí se encuentra el viraje más notorio de la decisión de Chávez, que prestos al analisis ha reconocido la asesoría cercana a las posiciones de la MUD. Leámos (Rocio San Miguel; Tal Cual; "Fin de la neutralidad", 27 de abril de 2011, pp. 4):
"El primer gesto importante de política exterior del Presidente Chávez, una vez asumido el cargo en 1999, fue declararse neutral frente al conflicto armado no internacional de Colombia. Esto interrumpía una consolidada posición del Estado venezolano, sostenida por décadas sin distingo de presidente al mando de la República, que condenaba la actuación de los grupos armados al margen de la Ley que hicieron vida, en sucesivas etapas, en la guerra interna en ese país. La neutralidad frente a Colombia declarada por Chávez, en estricto derecho, supuso un trato de igualdad por parte del Estado venezolano para todos los combatientes presentes en el conflicto armado en Colombia, fuerzas regulares e irregulares (Fuerzas Armadas de Colombia, paramilitares y guerrilleros), aunque las afinidades ideológicas con las FARC quedaron de inmediato de manifiesto, lo que fue complicando el panorama de las relaciones bilaterales. ¿Qué significado para el derecho de la neutralidad tiene la detención esta semana en Venezuela de Joaquín Pérez Becerra, presunto cabecilla del frente internacional de las FARC y su inmediata entrega a Colombia por parte del Gobierno de Hugo Chávez Frías? Sólo un significado tiene esta detención. El del fin de la neutralidad del Estado venezolano frente al conflicto colombiano."

Y continúa:
"Un mensaje muy poderoso que está dando el gobierno de Chávez con consecuencias políticas nacionales e internacionales determinantes. Importándole poco al gobierno nacional la protesta del Partido Comunista Venezolano (PCV) y de otros aliados y seguidores de la revolución bolivariana que a esta hora aún no entienden qué está sucediendo y el alcance de este giro de 180°, después de 12 años de apoyo ideológico demostrado a las FARC. Con la llegada de Juan Manuel Santos al poder y el restablecimiento de las relaciones bilaterales; Venezuela y Colombia firmaron un acuerdo de seguridad en 2010, que sólo en los primeros 4 meses de este año 2011 ha significado la entrega por parte de Venezuela a Colombia de 8 ciudadanos colombianos acusados de delinquir. Entre ellos, integrantes del ELN, paramilitares y narcotraficantes. Sin embargo, ningún miembro de las FARC había sido deportado. La detención y deportación de Pérez Becerra a Colombia por parte de Venezuela es un paso positivo que ha dado el gobierno de Chávez. Y debe saludarse sin titubeos el fin de la neutralidad del Estado venezolano frente al conflicto armado en Colombia; posición que podría reconciliar a nuestro país, por cierto, con una necesaria actitud clara frente a la existencia de grupos armados al margen de la ley."

Finalmente:
"Por lo pronto, a partir del fin de la neutralidad de Venezuela frente al conflicto armado en Colombia, que significa la deportación de Joaquín Pérez Becerra y frente a casos similares de detenidos, trátese de guerrilleros o paramilitares colombianos , deben establecerse con urgencia protocolos estandarizados de respuesta para los cuerpos de seguridad del Estado venezolano en los puestos de inmigración del país y reglas claras de enfrentamiento en puestos fronterizos comandados por la Fuerza Armada Nacional."

Como es visible, apoyo a la medida, saludo sin titubeos del fin de la neutralidad del Estado Venezolano frente al conflicto armado en Colombia, con ñapa agregada de consejo al Principe: "(...) establecer protocolos estandarizados de respuesta para los cuerpos de seguridad del Estado en los puestos de inmigración del país y reglas claras de enfrentamiento en puestos fronterizos comandados por la Fuerza Armada Nacional".

11.- LA SEMANTIZACIÓN POLÍTICA DE LA RESTAURACIÓN CUARTO-REPUBLICANA:

Los pequeños detalles que omiten llamar por su nombre a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que llama directamente al enfrentamiento con los "grupos armados al margen de la Ley" recuerda los espectros de Carmona, cuando manoseaba al nombre de "República de Venezuela". Se trata de la semántica de las restauraciones cuartorepublicanas.

Para Said, se trataria en cambio de otra actitud y otro lugar de enunciación. En esto consiste no una postura de imparcialidad, sino de prefigurar una justicia por venir ante las atrocidades que cometen a diario tanto el para-militarismo como funcionarios del propio Estado Colombiano. ¿o no es así, estimada San Miguel?
Para Rocio San Miguel (ya nos recordaba Poulantzas cuando hablaba de gestión de los ilegalismos en el Estado capitalista), tal vez eso signifique la "Ley".
Para Said, hablarle claro al poder implica sopesar cuidadosamente las alternativas, intentar aproximarse al máximo bien, tratar de influenciar para provocar el cambio adecuado. Esto sucede con el caso mencionado, pero además con millones casos que traducen la descomposición de la revolución bolivariana, su retrogradación.

12.- DIMINUTO CONSEJO AL PRINCIPE:
Sin voces críticas, no habrá ni una 3R ni un millón de R. Sin embargo, basta dar un pequeño paso para alejarse de las felicitaciones de la derecha:
Rectificar…

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