Esa brutal alianza militar se ha convertido en el más pérfido instrumento de represión que ha conocido la historia de la humanidad.
La OTAN asumió ese papel represivo global tan pronto la URSS, que había servido a Estados Unidos de pretexto para crearla, dejó de existir. Su criminal propósito se hizo patente en Serbia, un país de origen eslavo, cuyo pueblo tan heroicamente luchó contra las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial.
La administración yanki, aconsejada por el gobierno derechista español de José María Aznar, atacó las emisoras de televisión de Serbia, los puentes sobre el río Danubio y Belgrado, la capital de ese país. La embajada de la República Popular China fue destruida por las bombas yankis, varios de los funcionarios murieron, y no podía haber error posible como alegaron los autores. Numerosos patriotas serbios perdieron la vida. El presidente Slobodan Miloševic, abrumado por el poder de los agresores y la desaparición de la URSS, cedió a las exigencias de la OTAN y admitió la presencia de las tropas de esa alianza dentro de Kosovo bajo el mandato de la ONU, lo que finalmente condujo a su derrota política y su posterior enjuiciamiento por los tribunales nada imparciales de La Haya. Murió extrañamente en la prisión. De haber resistido unos días más el líder serbio, la OTAN habría entrado en una grave crisis que estuvo a punto de estallar. El imperio dispuso así de mucho más tiempo para imponer su hegemonía entre los cada vez más subordinados miembros de esa organización.
Entre el 21 de febrero y el 27 de abril del presente año, publiqué en el sitio web CubaDebate nueve Reflexiones sobre el tema, en las que abordé con amplitud el papel de la OTAN en Libia y lo que a mi juicio iba a suceder.
Me veo por ello obligado a una síntesis de las ideas esenciales que expuse, y de los hechos que han ido ocurriendo tal como fueron previstos, ahora que un personaje central de tal historia, Muammar Al-Gaddafi, fue herido de gravedad por los más modernos cazabombarderos de la OTAN que interceptaron e inutilizaron su vehículo, capturado todavía vivo y asesinado por los hombres que esa organización militar armó.
Su cadáver ha sido secuestrado y exhibido como trofeo de guerra, una conducta que viola los más elementales principios de las normas musulmanas y otras creencias religiosas prevalecientes en el mundo. Se anuncia que muy pronto Libia será declarada "Estado democrático y defensor de los derechos humanos".
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