I.
La universidad es una institución social y como tal expresa de manera
determinada la estructura y el modo de funcionamiento de la sociedad como
un todo. Tanto es así que vemos dentro de la institución universitaria presencia
de opiniones, actitudes y proyectos
conflictivos que expresan divisiones
y contradicciones de la sociedad. Esta relación interna o expresiva entre
la universidad y la sociedad es
lo que explica, por cierto, el
hecho de que, desde su creación, la universidad pública siempre ha sido una institución social, esto es, una acción social, una práctica social basada en el reconocimiento
público de su legitimidad y sus funciones, un principio
de diferenciación, que le confiere autonomía ante
otras instituciones sociales, y estructurada por ordenamientos, reglas,
normas y valores de reconocimiento y legitimidad
interna a ella. La legitimidad de la universidad moderna se fundó en la conquista de la idea de autonomía de los conocimientos
respecto de la religión y el Estado, por tanto, en la idea de un conocimiento
guiado por su propia lógica, por sus necesidades inmanente, tanto desde el
punto de vista de su invención o descubrimiento como de su transmisión. En
otras palabras, sobre todo después de la Revolución Francesa, la universidad se
concibe como una institución republicana y por lo tanto, pública y laica. A
partir de las revoluciones sociales del siglo XX y con las luchas sociales y
políticas desencadenadas desde, la educación y la cultura llegó a ser concebida
como constitutivas de la ciudadanía y, por tanto, como derechos de los
ciudadanos, por lo que, además de la vocación republicana, la universidad llegó
a ser una institución social inseparable de la idea de la democracia y de democratización
del saber: sea para realizar esa idea, sea para oponerse a ella, en el transitar
del siglo XX, la institución universitaria no podía escapar de la referencia a
la democracia como una idea reguladora. Por otra parte, la contradicción entre
el ideal democrático de igualdad y la realidad social de la división y la lucha
de clases obligó a la universidad a tomar posición ante el ideal socialista.